CAP 18: Déjame ayudar

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La pequeña Mahoro se soltó del abrazo del pecoso, su cabeza dolía en demasía, y los gritos en su mente la estaban torturando no podía escuchar el hablar del pecoso o los gritos de su hermano; y para antes de que Izuku pudiera volver a acercarse a la menor, parecía que del suelo estaban surgiendo cadáveres, como en alguna película de terror.

Nuestro héroe de la paz no sabía que estaba pasando, pero su instinto lo alarmó, así que corrió primero para sostener a Katsuma que estaba muerto del miedo, y llorando a más no poder.

- Izuku-nii, dile que paré, dile a Onee-san que se detenga – rogaba entre lágrimas al mayor.

Para este momento más y más cadáveres aparecían pero no se acercaban a ellos, sino a la menor, el peliverde tuvo un fuerte pánico por haber dejado desprotegida a Mahoro.

Estaba preparándose para levantarse e ir a salvarla; pero antes de que pudiera correr, se escuchó un fuerte golpe, uno, dos, tres patadas dio, hasta que salió volando una puerta, se armó un poco de humo, pero eso no impidió que aquel personaje se acercara corriendo y tomó en un fuerte abrazó a Mahoro.

Midoriya quedó inmóvil...le impacto aquella brutalidad de la persona que acaba de entrar, después Eri y Kota se acercaron corriendo al pecoso, pensó que podía tratarse de alguna alucinación, pero en cuanto se disipo un poco el humo, los cadáveres fueron desapareciendo, pudo verse con claridad cómo estaba de rodillas Katsuki, abrazando fuertemente a su hija, mientras le acariciaba el cabello y le susurraba algo al oído.

Ahí fue consciente Izuku de la forma del lobo interior de Kacchan, se había mostrado, pues estaba usando su feromona para calmar a la pequeña, como si pusiera un escudo en ella, sus orejas y cola se mostraron, eran de un color rojo encendido; su aroma era entre canela y mandarina.

Inmediatamente el pecoso se llevó una mano a su nariz para evitar entrar en Rut con la exquisita e intoxicante feromona del cenizo.

Unos minutos después llegó Dango muy preocupado al área, junto con un grupo de ayudantes para arreglar los daños que se hayan hecho. Para este momento al cenizo le habían desaparecido las orejas y cola, y la menor se había tranquilizado.

- Kats yo... - tartamudeo con temor Dango.

- Tu... - le dirigió una mirada fulminante – ES MUY INSEGURO TU JUEGO, TIENES SUERTE QUE NO LLAME A LAS AUTORIDADES, ESTUPIDO DENKI – tomó la peluca azulada, se la quitó y la lanzo lejos. (Autora-san: si se les hace conocido el diálogo a cierta pelicula con un señor don Drácula y su nieto, pos si están en lo recto, no pude evitarlo xD )

- Kats espera...no pensé que fuera a pasar esto – le decía triste el peli-amarillo.

- Mocosos – volteo la mirada a sus cachorros que estaban junto al pecoso - ...y nerd, vámonos – ordenó.

E inmediatamente todos acataron la orden sin replica alguna, en todo el camino Denki seguía disculpándose con Kacchan, pero este al salir al estacionamiento lo detuvo con una mano y dijo:

- Pikachu...ahora no, sólo...necesito calmarme, te llamaré mañana – comentó sin mirarlo.

Antes de subir al auto, el cenizo le indicó al Alfa pecoso que subiera a todos los niños, y se quedó hablando algo con la pequeña Mahoro, escuchó otro pequeño chillido ahogado de la menor, se estremeció un poco pero al poco rato volvieron juntos.

Durante el recorrido los menores se tranquilizaron de toda la adrenalina que habían experimentado sus cuerpos, por lo que cayeron profundamente dormidos, y todos abrazaban a su hermana mayor; en todo el camino ni Katsuki, ni Midoriya se dirigieron la palabra.

Estaba comenzando a oscurecer cuando llegaron a la casa del cenizo.

- Ya puedes irte nerd – le comentó con una voz tan amarga.

- Kacchan...yo... - fue interrumpido.

- Por favor...vete...no te incumbe... - le pidió ocultando su rostro con su cabellera.

El pecoso podía oler la tristeza, amargura y enojo del omega, por más que le pidiera que lo dejase, no podía, y menos con la condición que estaba el cenizo, simplemente no podía dejarlo así.

- Kacchan...yo sé que no me incumbe... pero déjame ayudarte un poco ¿sí? – le acarició gentilmente su cabellera – tu pondrás el límite de hasta dónde quieres mi ayuda, ¿te parece? - le dirigió una tierna y amable sonrisa al cenizo para tranquilizarlo un poco.

- Ya que... - dijo en un hilo de voz.

Bajaron con cuidado a los cachorros, Katsuki cargó a Mahoro y Eri; Midoriya cargó a Katsuma y Kota junto con las mochilas del cenizo y la de él. Los subieron hasta sus respectivas habitaciones, escuchó de nuevo a Bakugo hablando con Mahoro, así que el pecoso bajó para darles un poco más de privacidad; pero al estar abajo, no sabía dónde colocarse, o sentarse, ni siquiera sabía si podía seguir ahí en la casa. Ordenó sus cosas de su mochila, estaba por salir cuando el cenizo lo llamó al bajar las escaleras.

- ¿Quie...tsk...quieres tomar un café antes de irte? – le preguntó con un ligero sonrojo.

- Me encantaría – comentó el pecoso con una gran sonrisa.

El Alfa peliverde está sentado en la gran sala esperando el café, pero está terriblemente nervioso, una roca podría ser mucho más ligera en ese momento, está más tenso de lo que nunca estuvo en su vida.

- Aquí tienes – le acercó una taza al pecoso – no sé qué tan cargado o con azúcar te gusta, así que te traje un poco más por si le hacía falta – le indicaba Kacchan.

- Ah gracias – recibió el café – en realidad me gustan mucho las cosas dulces, ¿y a ti Kacchan? – preguntó con naturalidad ignorando su lío de nervios.

Para este momento el cenizo se sentó en el sillón de enfrente, subió sus piernas, de modo que pudiera sentarse con las piernas cruzadas y descalzo, mientras ladeaba un poco la vista, intentando ocultar su nerviosismo también.

- Me gustan las cosas amargas o muy picantes – respondió con una ligera sonrisa.

Aquella vista dejó anonadado al pecoso, estaba viendo a un Katsuki con la guarda baja, se dio un fuerte golpe mental, no iba a desperdiciar que el omega se abriera con él, con una leve erección que estaba apareciendo. Así que desvió un poco la vista y cambio de tema.

- Ehh...este...no sé qué tanto me incumba Kacchan, pero ¿qué pasó en el laberinto? – preguntó.

La expresión del cenizo cambio a una amarga, no estaba seguro si contarle de la vida de sus cachorros al pecoso, pero en ese momento se sintió seguro así que decidió contarle...aunque tal vez la historia no será nada linda de escuchar.


AMOR EN EL KINDER (FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora