Capítulo 10 | Eren

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En ese momento encajó todo. Eren sabía que Armin era bueno mintiendo y aparentando, por eso le pareció extraño el comportamiento de su amigo la vez que T/N cenó con ellos, el rubio no estaba nervioso por la notable mentira de la chica, estaba nervioso por su presencia.

Y es que, si el castaño hubiera prestado atención desde antes, habría notado que el ojiazul tenía un crush en T/N desde el primer día en el que la vio en la recepción. Mientras Eren volteaba a ver a la mujer, Armin la veía discretamente desde la sala de impresión.
O como la vez en la que el rubio le señaló al ojiverde la ubicación de T/N entre toda la multitud, era porque él también la buscaba.
Incluso cuando puso un poco de resistencia para ir a saludar a la chica era porque su presencia lo ponía nervioso, no porque quería un café caliente como excusó en su momento.

Aunque, tal vez Eren lo hubiera notado en aquella fiesta cuando Erwin terminó con T/N, si el castaño hubiera demorado 10 segundos más, habría encontrado a Armin ayudando a la chica a estabilizarse pero... El ojiverde estaba tan metido en su obsesión con T/N que se había vuelto completamente ciego a sus alrededores.

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Eren:

Al escuchar eso, decidí dar la vuelta, ir a la cocina y preparar algo, no quería escuchar nada más de esa conversación. Mi mente juega mucho en mi contra, no salía de mi cabeza imaginarme a mi mejor amigo saliendo con T/N.

Oh, Eren. Volviste– me sorprendió Armin entrando a la cocina.

– contesté a secas.

¿Qué estás preparando?– preguntó curioso acercandose a mi.

–Nada en especial.

Armin me miró extraño pero no dijo nada, solo se sentó en el sofá y sacó su celular, yo dejé de prestar atención a lo que hacía, tanto que cuando me di cuenta había hecho todo un desastre.

Agh– me quejé mientras tiraba todo a la basura.

Eché un vistazo al refrigerador en busca de comida, aún habían sobras del día anterior pero eran trozos muy grandes así que comencé a cortarlos en unos más pequeños.

Eren– habló el rubio de repente.

Te gusta ella, ¿Verdad?– pregunté apretando el agarre del cuchillo.

Así que ... Escuchaste

–¿Te gusta?– volví a preguntar.

Sí y creo que yo también puedo gustarle– sonrió.

–¡¿Qué?!

–Lo que escuchaste.

La fuerza con la que apretaba el mango del cuchillo era sobrenatural, no podía creer lo que estaba a punto de hacer.

Caminé hasta quedar frente a él, lo derribé para quedar encima de él, alcé el cuchillo y...

–¡Eren!– habló en voz alta sacándome de mis pensamientos.

Todo había sido un mal juego de mi imaginación, no puedo creer que pude pensar en apuñalar a mi mejor amigo por una mujer, creo que todos los resultados de mis elecciones me hacían bastante ruido y empezaba a perder la cabeza.

Eren– volvió a hablar.

–¿Si?– dije sacudiendo levemente mi cabeza.

Que si puedes partir un trozo para mi también– pidió.

Effetto pigmalione | Eren Jaeger Donde viven las historias. Descúbrelo ahora