La mañana había llegado con la suavidad típica de los rayos solares, que se filtraban con delicadeza a través de las cortinas de seda blanca, dibujando patrones de luz y sombra en la habitación. El chico de rizos, envuelto en la calidez de la cama, empezaba a despertar lentamente, pero su rostro se crispó al sentir la molestia de la luz en sus ojos, impidiéndole continuar con su apacible sesión de sueño.
A punto de darse la vuelta para encontrar una posición más cómoda, un estruendo repentino, seguido de “Mierda”, lo hizo saltar en la cama con la agilidad de un gato asustado, dejando atrás cualquier rastro de somnolencia mientras se incorporaba bruscamente, alerta y lleno de curiosidad por descubrir la causa de aquel alboroto matutino.
Abrió ampliamente sus deslumbrantes ojos verdes y, al observar a su alrededor, se percató de que no se encontraba en la habitación de Amelia. Su mirada escudriñó minuciosamente el cuarto, mientras los recuerdos de la noche anterior inundaban su mente con una mezcla de confusión y emoción.
Recordaba vívidamente la figura del hombre de ojos azules, su presencia seductora, la intensidad del momento compartido en el interior de su auto, cada instante impregnado con la pasión desenfrenada que los consumió. Para él, había sido la mejor follada que había tenido, una experiencia inolvidable que le dejó sin aliento y deseando más.
—Siento despertarte— murmuró el hombre con una sonrisa apenada mientras se inclinaba para recoger su celular del suelo y mostrárselo al chico, quien aún se encontraba medio adormilado en la cama.
Desde la puerta entreabierta del baño, todavía con vestigios de vapor flotando a su alrededor, explicó la razón de su inoportuna interrupción, revelando el pequeño percance que había tenido con su dispositivo. La luz matutina resaltaba sus rasgos, añadiendo un brillo particular a sus ojos azules y realzando la definición de sus facciones.
Harry quedó completamente cautivado por la impresionante presencia de su acompañante, sorprendido por lo irresistiblemente atractivo que lucía, incluso superando la imagen que tenía de él desde la noche anterior en el bar. La escena se quedó grabada en su mente, como si fuera una obra de arte en movimiento.
Louis, vestido con elegancia casual, llevaba unos pantalones de chándal a cuadros negros, con una cinturilla elástica ajustable y bolsillos laterales con cremallera que añadían un toque moderno a su atuendo. Las rayas aplicadas a los costados de los pantalones resaltaban su figura esbelta y atlética, mientras que su suéter negro de cuello redondo aportaba un contraste sutil pero impactante. Cada detalle de su conjunto, desde los tenis blancos perfectamente limpios hasta el ajuste impecable de su ropa, reflejaba un sentido innato del estilo y la sofisticación.
Harry quería quitarle toda la ropa que traía puesta y rogarle que lo hiciera suyo de nuevo sobre la cama.
—Oh, eso me recuerda que te compré más ropa, la tuya se había ensuciando así que mande a por más— habló de nuevo el ojiazul acercándose a la cama después de haber tomado unas bolsas de color negro que estaban sobre una mesita.
Su voz resonaba con un tono despreocupado pero amable, transmitiendo una sensación de familiaridad reconfortante.En ese instante, Harry reaccionó plenamente, dirigiendo su mirada hacia abajo, debajo de las sábanas, y se dio cuenta de que solo estaba cubierto por una bata blanca con el logo del hotel donde suponía que se encontraban. Observó también que la cama a su lado estaba impecable, sin rastro de las otras almohadas que recordaba haber visto la noche anterior, lo que le hizo fruncir el ceño en confusión.
—¿Dormiste conmigo?— preguntó curioso llevando su mirada a Louis que se había sentado en la orilla de la cama.
La pregunta flotaba en el aire, cargada de un matiz de intriga y expectación.
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Be My Daddy [L.S] [Completa] [Edición incompleta]
De TodoEn su búsqueda por escapar de la monotonía que caracteriza su vida como exitoso empresario británico, Louis decide aventurarse en una noche fuera de lo común en un bar en las afueras de Londres, acompañado de un amigo. Lo que no espera es encontrars...