𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟐

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Varias cosas han pasado desde ese entonces. Gon y los chicos partimos ese mismo día, y nos demoramos otros tres días en llegar finalmente hasta la región de Dentora, en la República de Padokea, el lugar donde vive Kill. Les confieso que me subí a un tren por primera vez en mi vida, y siendo honesta, hay pocas cosas que pueden igualar la emoción de hacerlo por primera vez.

Llegamos a un pequeño pueblo no muy lejos de la montaña Kukuroo, donde Illumi nos había indicado días atrás que se encontraba su casa. Un pequeño autobús turístico nos llevó hasta la base de la montaña, en la cual, avistamos un enorme y majestuoso portón de piedra que fácilmente superaba los 50 metros de alto y 30 de ancho.

En la cima de aquel portón el cual, según la guía turística, recibía el nombre de la Puerta de Hades, se encontraban imponentes estatuas de dragones dandole un toque aún más intimidante aquel lugar.

La guía nos explicó que la única manera de entrar al lugar, era atravesando unas pequeñas puertas de madera las cuales se encontraban al lado de un pequeño puesto de seguridad en la esquina derecha del enorme portón. Al escuchar esto, un par de jóvenes de apariencias nada amigables, decidieron desafiar de manera altanera al guardia del puesto de seguridad y quitarle la llave de aquellas puestas de madera. Esto con la excusa de que los Zoldyck no eran más que solo cuentos y que no era posible que nadie nunca les hubiese visto.

Algo muy tonto de su parte si me lo preguntan.

Gon se aproximó a ayudar al guardia de seguridad y aquellos hombres se abrieron paso por las puertas de madera. Ya pasados unos segundos logramos oír violentos gritos sacudir con fuerza el lugar dejando estupefactos a todos los allí presentes. Acto seguido, el movimiento de las visagras nos pone en estado de alerta, dejando a la vista una pata de lo que podría asegurarse pertenecer a un lobo gigante, tirando los esqueletos limpios de aquellos que habían entrado. Cosa que hizo devolver a todos los turistas despavoridos nuevamente hacia el autobús e irse del lugar a toda prisa, cosa por la cual no los culpo en absoluto.

El anciano del puesto de seguridad en agradecimiento, nos invitó a tomar un poco de té en su puesto y como era de esperarse, nosotros tampoco nos negamos.

Ya estando sentados, le explicamos la razón de nuestra repentina visita en lo que el anciano servía pacientemente el té. Este en respuesta, nos dice que se sorprende mucho de vernos allí, puesto que desde los largos años que trabaja para los Zoldyck, nunca había visto llegar a algún visitante que se autodenominara "amigo", de un miembro de la mística familia de asesinos.

Sin embargo, a pesar de habernos dicho lo mucho que se alegraba por nuestra presencia, no podía dejarnos entrar, pues la criatura que hacía unos minutos había desgajado toda la carne de los hombres era Mike, el perro guardian de la familia, y para variar, obedecía únicamente a los Zoldyck, y quien aparte de ellos se cruzara por su vista, se convertían automáticamente en su presa. Según lo dicho, esa había sido su orden desde hacía diez años...

Kurapika se decide por interrogar al viejo preguntándole como era posible que al el no le pasase nada al entrar. Y Para nuestra sorpresa. El anciano luego de darle uno que otro elogio al de cabellos amarillos, nos dice que el no necesitaba ninguna llave para entrar, ya que la llave que la había sido arrebatada violentamente era exclusivamente para ser usada por los intrusos, los cuales compartían un inevitable y feroz destino.

Kurapika no se queda atrás con su ingenio, deduciendo de inmediato que aquel hombre no era un guardia indefenso ni mucho menos, si no que era el encargado de limpiar los restos que dejaba Mike, y más importante todavía, la verdadera puerta no se podía abrir con una llave, dejándonos unicamente con aquel imponente portón de piedra...

𝕲𝖗𝖆𝖓𝖎𝖟𝖔 𝖉𝖊 𝖑𝖚𝖓𝖆 • [𝙷𝚒𝚜𝚘𝚔𝚊 𝙼𝚘𝚛𝚘𝚠]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora