El abuelo de ______ antes de fallecer le da su querido tesoro a sus nietos, su granja situada en Pueblo Pelícano. Donde encontraras grandes aventuras, felicidad, amor y misterios, entre ellos la magia que la persigue en forma de una manzana.
¿Que pa...
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-𝐁𝐮́𝐬𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚 𝐬𝐢𝐥𝐯𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞-
Estaba sentada en un banco de la plaza del pueblo con Hayden jugando con Vincent y Jas, como cualquier día normal en mi nueva vida. Bajo un árbol contemplaba el paisaje que tenía en frente, cuyo árbol que me regalaba su sombra de vez en cuando se le caían pequeñas hojas veraniegas.
—Oh ¡_____! —ese tono de voz tan animado.
—¡Buenas Sam! —le hice un ademán desde la distancia que acortó para sentarse a mi lado.
—Buenas chicos —saludó a los niños y ellos le contestaron con otro saludo para después seguir a lo suyo.
—¿Qué haces aquí sola? —preguntó, se le veía desde la distancia las ganas de hablar
—Pues… Solamente estaba —dije contenta con mi respuesta, en cambio, Sam no lo estaba.
—¿A qué te refieres con “solamente estar”? —preguntó.
—A ver… Como explicó yo esto… —me quede pensativa —… Es no hacer nada a la vez que disfrutas de la tranquilidad de la nada, no se si me entiendes.
La expresión neutra que a la vez transmitía que no tenía ni pajarota idea de que estaba intentando comunicar lo decía todo.
—No, no estás entendiendo nada.
Suspiró —Enserio a veces te ves como Sebastian, solo que el no se esmera en explicar mucho lo que piensa —volvió a soltar un suspiro solo que este más duradero.
—¿Qué os ha pasado?
—Mmh… Le dije de salir hoy, pero esta ocupado con su trabajo —llevó su manos a su cara —. Le entiendo y a la vez me aburro sin hacer nada —me miró haciendo un puchero.
Una maligna mano se apoyo en el hombro de Sam haciendo que le de un escalofrío y a mi un sobresalto —Si te aburres tanto Sam… ¿Por qué no haces trabajos comunitarios? Eh
—Pero Lewis si yo… —farfullaba.
—¿En serio creías que me olvidaría? Soy viejo, pero no uno con pérdida de memoria por mala suerte tuya —dijo Lewis con una mirada asesina hacia Sam.
—Estoy acabado… —dijo Sam dejando caer su cabeza hacia delante con un puchero más marcado.
—¿Contexto, por favor? —pedí.
—Ayer nuestro Sam aplastó unas de mis he rosas flores de jardín por estar con su patineta.
