Anacleto

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Después de ese intercambio de mensajes con Damon, se levantó de la cama, ya que necesitaba mantener su mente ocupada

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Después de ese intercambio de mensajes con Damon, se levantó de la cama, ya que necesitaba mantener su mente ocupada.

Lo primero en la lista era darse un baño, el correr sin control por un bosque tenía sus consecuencias, estaba llena de barro y su olor no era muy bueno a decir la verdad.

-OOna, quédate aquí- le dijo a la petirrojo- no hagas nada raro en mi ausencia, estate tranquila, por favor- no sería nada extraño que algo anormal pasará, con el día que llevaba, se esperaba cualquier cosa.

Cogió uno de sus tantos pijamas verdes del mueble, ropa interior y sus cremas faciales. Una vez en el baño, abrió la llave de la ducha, fría, hacía ya un mes que no se bañaba con agua helada, lo necesitaba.

Se extrajo la ropa, para seguidamente colocarse bajo la lluvia artificial. Sintió un pequeño escalofrío debido al frío, pero pocos segundos después su cuerpo se aclimató y aflojó todos sus músculos tensos. Mientras se enjabonaba su cabello media melena, recordó todo lo que había estropeado todo ese extenso e infrecuente día.

Decidió centrar sus pensamientos en otra cosa, recordó a su equipo, los echaba de menos a todos, y esperaba con ansias una llamada de su parte. Se quejaba mucho de su trabajo, ya que obviamente tenía muchas desventajas, pero si había algo que amaba con fuerzas de este, era a su equipo. Llegó un punto en sus vidas donde se veían más que eso, entre todos lograban ver que habían formado una familia, algo desestructurada, pero era una. Derek, sin duda alguna, era el padre; Ap, era la mamá luchona; Jessy, la hermana mayor guay; Spencer, el hermano rarito; Chris y ella, los locos problemáticos; JJ, sin duda alguna, era el psicópata que hay en toda familia.

Entre todos esos pensamientos, había logrado ducharse con éxito, sin ningún ataque de pánico u ansiedad.

Caminó hasta el final del pasillo, donde se encontraba su habitación, mientras cruzaba los dedos para que OOna no hubiera hecho ningún desastre. Gracias a la diosa de la naturaleza, encontró su habitación entera y al pequeño pajarito dormido en un cojín. Era tan bonita y adorable, encontrarla así le sacó una sonrisa.

El segundo punto de su lista era buscarle algún lugar cómodo al pajarito para que pudiera dormir. Recordó la gran jaula de pájaro que tenían, específicamente de loro. Anacleto era un precioso papagayo, el nombre se lo había puesto un Jeremy de 6 años, el cual albergó un muy trágico final, se les escapó por la ventana y se chocó con el cristal de un coche, todo enfrente de los niños de 6, 8 y 12. Nunca tiraron su jaula, no tenía ni idea del porqué no lo hicieron, pero ahora le venía de maravilla.

La llevó a su habitación y la colocó al costado de su cama, la acomodó para que Oona estuviera a gusto. Al día siguiente iría a la tienda de animales a comprarle más cosas, entre ellas, comida. Cogió al adorable animal y lo coloco delicadamente en el recinto, dejando la puerta abierta, para que ella pudiera moverse con libertad.

Después de hacer todo eso se acostó en su cama y apagó la luz, justo a tiempo, ya que escuchó la puerta de la casa abrirse y la voz de su hermano menor. No quería dar explicaciones, así pues se puso a dormir.

 No quería dar explicaciones, así pues se puso a dormir

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Arma de Fuego- Klaus MikaelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora