Súilleabháin

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Veo un castillo en ruinas.
Es curioso, estaba constituido con rocas negras. Nunca, en ningún lugar, había visto algo así. Le llamaba, había una fuerza magnética que llevaba sus pasos hasta allí, no podía ver a su alrededor, tampoco era algo que quisiera hacer.
Un aura rojiza llamó su atención, salía de una de las ventanas de las pocas torres en pie y bajaba hasta al césped marchito. Se acercaba con lentitud, con movimientos hechizantes. 
Algo sonó, captando su atención y derechizándola. 
-Nature- susurró una voz, suave y dulce.
-Hija de la naturaleza, ven- repitió la voz, se giró hacia donde provenía, encontrándose con otro plano completamente diferente. Era un prado con hermosas flores, contrastando con su otra mitad oscura y muerta. Camino hacia ese costado, sintiendo tranquilidad y sensaciones hogareñas, nostálgicas. Encontró un camino, donde al final pudo ver una casa no muy grande, construida con madera, barro y paja.
-Eso es, ven a casa- escuchó otra vez la voz.
-¡No!- una voz más grotesca se hizo presente y con ella una aura pesada.
-Corre niña, ven a mí - haciéndole caso a la voz dulce, se adentró en la modesta casa.
Apenas entró dejo de sentir aquella angustiante sensación, para pasar a una más agradable. Le prestó atención a la estancia, no había ninguna división y lo que podrían considerarse los muebles estaban hechos de plantas. Su atención se dirigió a una figura parada en la puerta, llevaba un vestido de época amarillo, el estilo que llevaba descuadraba con la temporalidad de la estancia, en cambio, el tono amarillento que tenía combinaba con el ambiente.
- He estado esperando por ti literalmente siglos- dijo la mujer en un tono desenfadado, descuadrando otra vez todos los encuadres de tiempo que había hecho.
- ¿Quién eres? ¿Dónde estoy?- escuchó su propia voz, parecía tan lejana.
-Todo a su tiempo- sonrío la pequeña mujer, la cual tendría no más de 20 años- Nah, mentira- sonrío con gracia- soy tu tatara tatara tatara abuela, añádele más tataras-.
-De qué coño me hablas- dije.
- Me encanta la cara de confundida que tienes cielo- dijo la castaña acercándose a mí- tu vida va a dar un giro de 360°- suspiró.
- Estás en un espacio extrarrenal, energético- movió sus manos haciendo referencia al lugar- soy algo así como tu guía, tú eres Mulán y yo Mushu- puse una cara de desconcierto que le causó gracia- te vigilo desde que eras pequeña, sé que Mulán y Pocahontas son tus princesas favoritas, vaya que las usaste como ejemplo- su sonrisa se borró- el tiempo se termina y no te he explicado nada. Nos volveremos a ver, esta vez en un espacio terrenal y te lo explicaré todo- todo empezó a hacerse borroso- aléjate de la oscuridad y corre de lo que te haga dudar, no siempre es bueno enfrentar las cosas- su voz fue decayendo.
- Adiós, pequeña Nature, descendiente de las Súilleabháin-.

Arma de Fuego- Klaus MikaelsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora