☠ XXIV ☠

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Colocaron a la mujer sobre la bolsa de basura que habían extendido en el suelo y Katsuki se aseguró de que la sierra funcionara. Tomó al menor de la muñeca y lo jaló hacia él.

-¿Qué? -preguntó confundido, creyó que solo observaría.

-Cortala tú -se colocó detrás y le puso la sierra en las manos.

-Pero tardaremos más -sonrió nervioso al sentir la respiración del mayor en su nuca.

-¿Qué importa? -dejó un pequeño beso en la piel llena de hematomas -Si se echa a perder, al menos nos hemos divertido. Si nos encuentran, huimos.

-Suena tan fácil.

-Lo es.

Se agacharon a la altura perfecta para poder hacer que las extremidades de la mujer, ya muerta hace un par de minutos, se separaran. Izuku encendió la sierra y con sus manos temblorosas acercó la herramienta.

Un chorro de sangre salió volando hacia la cara del cenizo, quién cerró los ojos a tiempo para que no entrara en ellos.

-Perdón -rió nervioso y apretó sus manos, haciendo que más sangre saliera volando hacia la cara del otro -Pff.

-¿Te da risa? -cuestionó con aparente enojo a la vez que pasaba sus manos sobre sus ojos para limpiar aquel líquido carmín.

-No -negó con una sonrisa y levantó la sierra, cambiando de posición y haciendo un corte, que está vez, no lanzó ningún chorro de sangre.

-Te estás riendo.

-No.

Los minutos pasaron. El lugar estaba en casi completo silencio, lo único que se oía era la sierra cortando la carne y huesos de la difunta mujer junto con el sonido húmedo de la sangre derramándose y chispeando a su alrededor.

Katsuki fue por bolsas de plástico para mover el cuerpo de forma más eficiente. Separaron la carne y los órganos en diferentes bolsas para poder identificarlos después.

Izuku miró extrañado a su novio. El mayor dijo que debían guardar la sangre, quería probar algo con ella.

-¿Cómo la levantaremos?

-Yo me encargo de eso, llévate las bolsas a casa -ordenó.

Obedeció de forma casi inmediata, se levantó y tomó todo lo que pudo con sus brazos adoloridos.

Una hora más tarde, el cenizo entró por la puerta cargando un par de botellas llenas del líquido rojo, ya un poco más oscuro debido al tiempo que había pasado fuera del cuerpo.

-Ya limpié el desastre que hiciste.

-¿Cuál?

-Cortaste mal algunas zonas, la sangre salía disparada -dijo con obviedad y metió las botellas al refrigerador.

-Oh -sonrió -¿Qué haremos con las cámaras?

-Yo me encargo de eso -rió un poco y sacó una bolsa al azar de la nevera -¿Qué te gustaría cenar?

La aventó a la mesa, haciendo que el sonido del golpe contra la superficie resonara en todo el lugar. Izuku tragó saliva, su manos comenzaron a hormiguear y no pudo evitar abrir la bolsa con desesperación.

Desde hace días tenía dolor de cabeza y náuseas, sentía ansiedad por cualquier cosa y solo quería golpear a alguien (cosa que hizo con su novio). Era más que evidente que estaba sufriendo de síndrome de abstinencia, y no sólo él, también el oji rubí.

Sacó la carne cruda, fría y con un poco de hielo en la superficie. No le importó mancharse con el líquido que escurría, con ambas manos arrancó un trozo y sin pensarlo dos veces, se lo metió a la boca para masticarlo. Sus músculos se relajaron y el aire salió de sus pulmones debido al placer que sentía al por fin comer de nuevo.

Katsuki al verlo, se lanzó a él y le arrebató lo demás de la carne. Él directamente arrancó de un mordisco lo que pudo y comenzó a comer.

Ambos chicos estaban perdidos, con la mente nublada y respiraciones agitadas. Manchando sus manos, caras y ropa con el carmín del elixir de la vida. No se molestaron en descongelar la carne, ni en cocinarla o al menos usar cubiertos. Sus dientes eran lo único que necesitaban para disfrutar y deleitarse con algo que ya consideraban su droga.

No tardaron en sacar una y otra bolsa más hasta calmar ya no su hambre, si no, la ansiedad que habían sentido los últimos días. Querían saciar de una buena vez esa necesidad de comer carne humana.

Llegó el punto donde fueron conscientes de que no podían seguir comiendo de esa forma, al menos no hasta el siguiente día. Terminaron devorándose el uno al otro, entre besos bruscos, rasguños y apretones.

No supieron a qué hora o cómo terminaron en el segundo piso con las botellas de sangre, tirados en el suelo y desnudos, teniendo sexo desenfrenado mientras bebían y dibujaban cosas sobre el cuerpo del otro como si fueran lienzos en blanco.

¿Cómo fue que llegaron a ese nivel de insania? Ya no se podía saber quién estaba peor de los dos.

-¡Kacchan! -exclamaba mientras saltaba sobre el miembro del mayor, le encantaba cuando lo dejaba montarlo -¡Ah!

Sintió cómo era jalado del cabello para después ser azotado contra el suelo, un chorro de sangre directo a su cara y comenzar a ser ahorcado.

-Vamos, gime mi nombre, maldita puta -escupió con arrogancia a la vez que embestía más rápido.

-Kacchan -soltó como pudo con el poco oxígeno que contaba en sus pulmones, sus músculos comenzaban a debilitarse y la conciencia se iba de a poco -Kacchan.

Al notar esto, aflojó el agarre sobre su cuello durante unos segundos, los necesarios para que el pecoso no se desmayara. Con su otra mano, levantó una de las piernas del menor y la acomodó sobre su hombro, así pudiendo llegar aún más profundo.

-¡Ahí, justo ahí! -arqueo su espalda y buscó una mejor posición para sentir el piercing que tenía su novio en la punta de su pene -¡Ka- mgh!

Fue interrumpido, volvía a ser ahorcado. Katsuki lo besaba al mismo tiempo y además golpeaba justo en su punto dulce. Sus ojos derramaban lágrimas, sentía los familiares espasmos y cosquillas antes del orgasmo, sin contar el desmayo que estaba a punto de sufrir por falta de aire y por ya su quinta eyaculación en la noche.

Sus piernas fueron dolorosamente abiertas por el cenizo -Duele, Kacchan.

-Te encanta, idiota -mordía con fuerza el cuello y hombro del oji esmeralda -¿No, bebé?

-Sí -sollozó apenado, Katsuki de vez en cuando pedía que lo llamara de una forma bastante vergonzosa.

-Dilo, o te juro que te vuelvo a amarrar cómo ésta mañana y te golpearé hasta que te desmayes -amenazó.

-¡No! -se alarmó un poco -¡Papi!

-Así -dio un par de embestidas más, por fin terminando mientras escuchaba la angelical voz de su pequeño novio. Se dejó caer sobre él, recibiendo encantado las caricias en su cabello -Eres tan lindo.

-¿Pensabas hacer eso con la sangre de esa mujer? -preguntó con una sonrisa, dejando que sus ojos se cerraran de una vez.

-Sí.

-Sí

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Bloody Box [Bkdk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora