☠ XXVI ☠

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Los dos oficiales bajaron a la recepción hace ya unos minutos. El pecoso comenzaba a ponerse nervioso en demasía, si algo salía mal, debían salir corriendo de ahí y serían fugitivos por el resto de sus vidas.

-Tranquilizate -escuchó detrás de él y su cabello fue revuelto -Lo más seguro es que están llegando a un acuerdo.

-Ok -susurró y jugó con sus manos, su estómago rugía por el hambre y su cabeza comenzaba a doler -¿Podemos comer mientras vienen?

-No, sabrán que tenemos más carne -lo cargó para sentarlo en sus piernas y comenzar a acariciar su piel debajo de su playera.

Decidió que lo mejor era hacerle caso, apoyó su cabeza en el hombro del mayor y cerró los ojos, no pasó mucho tiempo para que se quedara dormido.

Mina fue la primera en volver, minutos después entró Sero.

-¿Llegaron a un acuerdo? -preguntó curioso recibiendo solo un asentimiento -¿Cuál?

El silencio fue incómodo pero lo suficiente para entender el mensaje. La sonrisa grande de la pelirrosa y la cara de incomodidad del pelinegro era lo justo y necesario.

-¡No! -se cubrió la boca con sus manos, tratando de no reír.

Soltó un sollozo -le hice una paja -quiso taparse la cara, pero sintió asco antes de tocarse, dio una arcada y corrió al baño.

Los demás solo pudieron reír divertidos con el sufrimiento de su amigo.

-Aún así, les recomiendo mudarse -se recargó en la mesa sin borrar su sonrisa -Por ahora hicimos que no hablara pero no aseguramos nada en el futuro.

-Entiendo -habló el cenizo, Izuku notó su evidente cambio de humor.

Tragó saliva al recordar todas las golpizas que le dio hace menos de un día. Su piel se erizó y lo miró con miedo, es cierto que ya se había acostumbrado, pero en esas últimas horas había sido tan dulce y no quería que eso acabara. No por ahora.

La puerta del baño fue abierta de nuevo con un azabache debilitado casi cayéndose con su propio peso -¿Y qué platillo haremos?

Izuku se estremeció por el ruido de la silla siendo arrastrada, Katsuki se había levantado y se alejaba de él -Váyanse, disfruten de la carne a su manera -dijo para después arrastrarlos fuera del lugar.

-¡Pero! -trataron de reclamar, sin embargo no pudieron hacer nada al ya estar fuera del departamento y con la puerta casi cerrada en sus caras.

-Ya les hemos pagado -cerró la puerta con fuerza y se quedó quieto.

El peliverde bajó la mirada, solo esperaba las siguientes palabras de su novio. Tal vez se avalancaría sobre él para descargar su enojo, teniendo sexo o golpeandolo. Se estremeció al sentir el leve toque sobre sus mejillas, levantó la cara y se encontró con aquellos ojos escarlatas tan profundos, fríos y distantes.

Era real, ellos dos no se querían, no se tenían aprecio. Solo se gustaban de forma física pues no tenían casi nada en común más que la morbosa adicción a la carne humana y tal vez los piercings. Mientras Katsuki prefería películas de terror y música clásica o baladas en idiomas que no entendía para evitar darse asco por escuchar eso; Izuku prefería las películas de comedia y rock o canciones animadas y energéticas.

Las veces que se habían dicho lo mucho que se "querían" o se "amaban" habían sido palabras tan vacías que no provocan más que un leve sobresalto. Ambos estaban ahí a la espera para ver quién era el primero que se atrevía a devorar la carne del otro.

Katsuki prácticamente lo había secuestrado, sin embargo no se molestó en un principio por la búsqueda de algo diferente en su vida. Podía perfectamente salir de ahí en cualquier momento del día, solo tenía que atravesar la puerta, bajar por las escaleras o un ascensor y regresar a su "hogar" junto a su madre. Podía denunciar a sus amigos pues tenía pruebas de sobra para culparlos de los crímenes atroces que efectivamente habían cometido sin ningún remordimiento.

Pero no lo hacía pues significaba tener que abandonar su ahora estilo de vida. No comer más carne humana, tener que pasar por interrogatorios, sobreprotección de sus padres y policía, ir a la escuela y ser el centro de atención por ser el rarito que había llegado de la nada después de desaparecer por meses. Tendría que inventar una historia donde se cuente con detalle cómo es que lo habían sacado de su habitación en la madrugada, cómo había escapado y lo que había vivido a lo largo de todos esos días.

Su cabeza no daba para tanto.

-¿Comemos o salimos a pasear? -volvió su atención al cenizo que ahora estaba en cuclillas frente a él.

-¿Ambas? -respondió con una sonrisa forzada.

-Hagamos brochetas y salimos a caminar por ahí -volvió a ponerse de pie y caminó hacia la nevera, sacando un poco de carne y poniéndola a descongelar.

-Ok -asintió, ahora no le quitaba la mirada de encima.

¿Cuándo llegaría el día en que ese tipo lo descuartizara para comérselo? comenzaba a cansarse de esperar. Debía pasar eso o ser atrapados todos por la policía para condenarlos a cadena perpetua o directamente pena de muerte. Habían sido ya demasiadas personas a las que mataron que era imposible que se salvaran si llegasen a ser descubiertos.

Rió de sí mismo, antes pensaba que él y el mayor tenían algo especial y que debía ser un buen chico para él. Ahora se daba cuenta de lo ridículo que había sido, solo era una ilusión para evitar que escapara, tenía a la presa dentro de su boca. Pero a partir de ese momento donde lo había amarrado a una silla para torturarlo, donde habían peleado a golpes y se habían gritado cosas que obviamente una relación sana no haría; se decidió a no ser más un pequeño conejito que esperaba con miedo ser devorado por su depredador.

Había notado cómo el cenizo de vez en cuando le lanzaba miradas por encima de su hombro como si esperara algún ataque de su parte. Le hubiera gustado cumplir con sus deseos, pero no estaba en condiciones, era débil y sus músculos dolían. Por mucho que lo intentara, el mayor seguiría ganando pues al contrario de él, se ejercitaba. Tenía mucho tiempo libre entre semana y un nuevo objetivo, cosa que no tenía hace ya bastante tiempo.

Serían dos lobos que pelearían por la carne del otro y a Katsuki, más que molestarle, le encantaba la idea.

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Bloody Box [Bkdk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora