Ruido blanco

9 1 0
                                    

La secuencia de comerciales en la televisión parecía infinita, la luz azulada del aparato iluminaba pobremente la habitación, que de otro modo hubiese permanecido en las más absolutas tinieblas. La razón se mantenía abotagada por la consecución de imágenes e información, que habían comenzado a crear lagunas en su cerebro, y que sólo eran llenadas por fragmentos de programas o preguntas de concursos. Había llegado al punto critico en el que es difícil separar ficción de realidad, en el que las mentiras actuadas por otros comienzan a tener sentido en la vida ordinaria, la vida de un ser ordinario con ansias de escape.

Su cabeza permanecía llena con toda clase de datos superfluos sobre cualquier cantidad de sucesos sin importancia, la cama hundida bajo el peso de su cuerpo casi inerte predecía la forma de su humanidad. Los restos de desayunos, almuerzos y cenas, cuyos empaques descansaban sobre el televisor, el suelo y el escritorio manchaban las sabanas, que contradecían a las del "blanco resplandeciente" de las cuñas.

La necesidad normal de cualquier criatura humana por la información había sobrepasado los límites del ridículo, pasando de lo sublime a lo absurdo. Las canciones de los "jingles" llenaban su necesidad por música, y los anuncios que advertían sobre la mayoría de edad requerida saciaban su avidez por buena lectura. El saberse conectado a esa red de personas a lo largo del mundo que compartían la información, le hacía insoportablemente necesario permanecer atado al huésped permanente de su desvelo, había logrado eliminar o al menos adormecer en sí mismo cualquier instinto lúdico propio de la especie humana.

La fatídica noche que relato, comenzó como cualquier otra en su vida, sin saber que horas eran, mientras permanecía en su cuarto completamente oscuro - por esta razón, sólo nos atrevemos a adivinar que este evento sucedió de noche - parecía que todas las cadenas televisoras del mundo a la que su proveedor de cable le conectaba, se había propuesto mostrar esa noche lo mejor de su programación, cualquier atisbo de calidad televisada era completamente rechazado debido a su bajo contenido de diversión sin sentido. Cada "talk show", telenovela, noticiero, serie de dibujos animados, programas documentales, aburridos para el resto de los televidentes menos apasionados, e incluso los canales cerrados, que le maravillaban con ese magnifico despliegue de puntos en la pantalla y el encantador sonido del ruido blanco, estaban diseñados siguiendo sus deseos de la televisión perfecta, con sólo pensarlo, desfilaban por su pantalla sus más salvajes sueños en diversión televisada, sus deseos se hacían realidad en las diecinueve pulgadas de su más querido amigo, por fin había sucedido, se había convertido en uno con las ondas que llevaban por el espacio el medio de diversión, entretenimiento e información más perfecto de la tierra, cada uno de los bits de la pantalla se adueñaba de su cerebro.

El inconsciente colectivo era su conciencia ahora, la sobreestimulación de su cerebro, gracias a la información recibida por toneladas, era su modo de vida en ese momento. El control remoto le hacía pestañar, hablar, moverse, hasta respirar; las cientos de miles de horas de programación inútil almacenadas en sus recuerdos, ahora tomaban vida por sí mismas, las decenas de presentadores, actores, personajes, momentos fantásticos y dramas "de la vida real", desbordaban su obsesionada mente con diálogos de comedias. Se perdía entre "sets" de películas "especialmente filmadas para la televisión". La razón se desprendía de su cabeza con las noticias "en el lugar donde ocurrieron los hechos", la risa demente que le dominaba parecía sacada de las más "desternillantes" situaciones de una comedia cualquiera.

Su dedo comandaba las alucinaciones más increíbles desde el mando a distancia, su índice y su pulgar eran los encargados de convertir su rostro, pies y manos en parte de la danza macabra de la diversión de masas, si no pertenecía al increíble mundo de la TV, no era real. Si era realmente real, no era aceptable, si contenía cierto grado de inteligencia acumulada y no estaba pre masticado, digerido y tragado, no era divertido, lo que bajaba era entretenimiento burdo y despiadadamente fatuo, sin ningún contenido verdadero y básicamente muy simple.

En un desdichado desliz de la obsesionada mano que controlaba el remoto, el botón de apagado fue presionado. Todas las imágenes que antes habían convertido su existencia en un paraíso de estimulación nerviosa, ahora se drenaban de su mente hacia un lugar desconocido. Su voz se apagaba, sus ojos se desconectaban, sus movimientos cesaban, todo perdido sin remedio hasta acabar convertido en un punto blanco en la pantalla de su mirada, se apagó su conciencia al apagar el aparato, y sólo se quedó oyendo el retumbar del ruido blanco en su mirada vacía.

De Sombras y Otros ReflejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora