な octavo capítulo

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[ capítulo dedicado a Linlinp7 ]
gracias por todo tu apoyo, bu.

En un suave día lluvioso era lo mejor estar en casa. Después de diez días y medio en el hospital los doctores decidieron darla de alta, siempre y cuando aún recibiera seguimientos de una persona profesional, por lo que a la pelinegra se le fue puesto el deber de mantenerla libre de cualquier tipo de peligro por una semana y media más, y así podría volver a estar completamente fuera de peligro y podría retomar todas aquellas actividades que por el momento no podía hacer, una se ellas era el esfuerzo excesivo, y gracias a eso Rose no había hecho nada por días.

Entendía la preocupación de la pelinegra hacia ella, pero a veces sentía que tenía demasiada atención puesta en si misma y la incomodaba, ya que sentía que le quitaba tiempo importante que podría usar para alguna otra cosa que fuera verdaderamente importante o al menos ella pensaba eso.

Desde que salió del hospital se había sentido muy deprimida en aquellos días, tomando consuelo en un libro viejo de poesía que Lisa había escrito, a ella no le había quedado más opción que obsequisrselo cuando las lágrimas comenzaron a asomarse por los ojos aguados de la peli rosa, quien había sido una pequeña bolita de llantos hasta que consiguió aquel libro que la tranquilizaba suavemente.

Lisa jamás entendería cuál era su pequeña obsesión por aquel libro que había escrito cuando estaba en la universidad, llenándolo de poesía y hermosas letras que su corazón expresaba, pasmandolas en papel con esa hermosa ortografía de años de práctica, pero si el hacía feliz a Rose y calmaba sus llanto y las lágrimas que no paraban de bajar por sus mejillas, ella aceptaría que lo leyera cuantas veces quisiera hasta que su llanto acabase como siempre lo hacía tiempo después.

Y ahora era unos de los momentos en que Lisa miraba con silencio a Chaeyoung el sofá que había en la habitación que compartían. Se encontraba recostada en la cama, cubierta por mantas y con muchas almohadas en frente de un ventilador que le había pedido a la mayor que consiguiera, con una taza de chocolate caliente en su mano mientras leía con mucho detenimiento el libro, sus ojos brillaban mostrando suma concentración, dejándose llevar por la lectura y el sonido de la lluvia caer sobre el tejado, era increíblemente relajante un día como aquellos, en donde no debían hacer nada y podían descansar con tranquilidad. La pelinegra, con una sonrisa decidió acercarse y tumbarse al lado de su esposa, ojeando un poco la página en donde ella leía. Rose volteo, observándola a ella por unos momentos antes de sonreír ampliamente y dejar la taza a un lado en el buro.

Ella extendió el libro a Lisa, confundiendola ligeramente, ella ladeo un poco la cabeza antes de entender que no la había comprendido con claridad, por lo que murmuró bajo; —¿P-puedes leer un poco para mí —Bajo la cabeza sintiendo algo de vergüenza y sus mejillas ruborizarse en un tono carmesí, y ahora la pelinegra si podía entenderlo todo.

Tomó el libro entre sus manos con una amplia sonrisa, y pasó su mano ligeramente por el encuadernado sintiendo su textura, tomó una gran bocada de aire pasando la páginas hasta llegar a una en especificó.

El suave rocío de la Luna.

Sonrió al leer el título y aclaró su garganta antes de comenzar de nuevo aquellas viejas letras que alguna vez había escrito.

[ … ]

Los ojos de Rose se abrían poco a poco ¿En que momento había caído dormida en un profundo sueño? Miró al rededor escuchando el suave toque de una melodia acústica provenir del otro lado de la habitación, se sentó sobre el colchón sorprendiendose al ver a Lisa sentada en el sofá en forma de L de la habitación tocando una guitarra acústica completamente perdida en su mundo, Rose estaba completamente segura de que la pelinegra no se había percatado de que ahora estaba consciente y completamente despierta, porque seguía tocando de una manera tan hábil que era sorprendente, estaba completamente segura de que jamás había escuchado a la mayor tocando de esa manera un instrumento, porque como tal nunca la vio tocando uno.

Sonrió de manera inconsciente, no sabía de aquella pasión que ocultaba Lisa hacia aquel instrumento de cuerdas que producía tan hermosas melodías gracias a ella. De alguna manera le gustaba ver esa parte de Lisa, la parte que demostraba lo que realmente le gustaba aún así fuera de una manera en que ni siquiera ella sabía que lo hacía, porque desde la universidad sólo conocía sus gustos por la poesía y otras insignificantes cosas, pero nunca había logrado averiguar lo suficiente sobre ella como para considerarse alguien demasiado aplicada, y no era porque ella no quería, si no que la pelinegra nunca se lo había permitido de ser.

No podía parar de sonreír, sentía aquel ligero sentimiento corto de euphoria recorrer todo su cuerpo ante cada melodia, su cuerpo se estremecía un poco, su agilidad en el instrumento era completamente admirable, y ni siquiera hablar de su hermosa voz, ella sabía tocar la guitarra, pero dudaba ser si quiera la mitad de buena de lo que Lisa podía ser. Sus ojos embellezados ya se encontraban completamente clavados en la pelinegra sin ni siquiera intenciones de apartar la vista de aquella hermosa escena que tenía suerte de presenciar.

Se dio cuenta de que había sido descubierta cuando todo paro en seco. Lisa alzo la mirada abriendo sus ojos como si de platos hablaramos, sus mejillas se habían pintado en un ligero carmesí... ¿Ella estaba avergonzada?

—R-rose ¿Y-ya despertaste? —Interrogó cómo si la respuesta no fuera obvia, aunque aquella pequeña indirecta la había captado, porque era completamente consciente que la verdadera pregunta era "¿Cuánto tiempo llevas mirándome?" pero ni siquiera ella sabría responder a esa pregunta, porque el tiempo se había ido de sus manos en un dos por tres.

—Uh, si ¿No es obvio? —Recalcó suspirando brevemente, mirando a Lisa quien inmediatamente había guardado de manera apresurada su guitarra con un semblante algo serio —¿Lisa? —Interrogó pero la pelinegra avergonzada, simplemente salió de la habitación.

again the euphoria [ 2 ] 'nd chaelisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora