6- Un guiño de esperanza

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| AÑO 168 DG |

   Vacío...

   Eso veía Natsu.

   Total vacío.

   Sujeta a uno de los barandales del dirigible, Natsu era custodiada por dos Guardias Imperiales. Estos lucían muy inseguros, pues nunca les había pasado que un miembro de la Familia Real quisiera experimentar aquel intenso viaje por aire estando, literalmente, al borde del vacío. Aquel era un pequeño balcón que se ubicaba en la punta más alta y frontal de la aeronave. Si te asomabas, veías las nubes y, dependiendo la altura, veías tierra, mar o la absoluta nada.

   En aquel momento, Natsu apreciaba nubes blancas que cubrían o se iban cortando por las altas montañas de la región. Poco a poco el dirigible comenzaba a descender, volando junto a las montañas más altas y majestuosas que Natsu jamás había visto, pero que dado aquel viaje ahora podía apreciar en su máximo esplendor. El día soleado acompañaba y el cielo azul era un paraíso ante ella.

   De pronto, algo llamó la atención de Natsu. En la cima de una de las tantas montañas vio a dos hormigas caminando de aquí hacia allá. Claro que no eran hormigas, lucían como tal dadas las distancias. En realidad eran personas. Eran dos personas, acompañadas por un gran búfalo de tierra que parecía llevar una carga en su lomo. Parecían viajeros, o quizá comerciantes. Para Natsu era una maravilla pensar en qué aventuras podrían contar de sus viajes. ¿Vivían en esa montaña? ¿Iban de camino a la misma ciudad que ella?

   A medida que se acercaban a su destino, Natsu veía cada vez más y más pequeños asentamientos sobre las montañas, hasta que finalmente se toparon con la primera de las 5 montañas principales. Pocos segundos después, Natsu y sus guardias se sorprendieron al unísono al ver las otras cuatro, con la principal siendo la más alta y la original. Todas las montañas estaban conectadas por más de un puente, los cuales tenían pasos peatonales, autopistas o vías de tren.

   Sonriendo, Natsu ve maravillada la Gran Ciudad de Omashu.


. . .


   El dirigible ya aterrizó en una de las cuatro montañas que rodean a la gran montaña principal. Esta montaña tiene la particularidad de ser principalmente de transportes. No solo la cima, aplanada, funciona como base aérea, sino que tiene varias centrales ferroviarias e incluso una compañía que alquila sato-móviles. En esta montaña el comercio es también muy abundante, mientras que en la original han quedado los centros políticos y sociales. El resto de montañas son más que nada urbanas, si bien también tienen centros de encuentro social y comercial.

   Una vez los equipos de seguridad de Omashu y la Nación del Fuego se han terminado de coordinar, la puerta principal del dirigible bordó se abre y desde su interior desciende ella... Combinando en su vestido tonos rojizos y verdes, la Princesa Natsu es recibida por el Embajador de la Nación del Fuego en la ciudad, a quien le acompaña el Gran Secretario del Rey. Pasadas las bienvenidas y un par de reverencias, Natsu y su comitiva suben a un vagón especial, el cual los llevará a la Montaña Principal, conocida como la Antigua Omashu.


. . .


   —Su Majestad —dice el Gran Secretario tras una reverencia que exhibe su calvicie al hombre sentado en el trono, quien sonríe un poco, disimulándolo dado que su Corte, a sus laterales, lo observa seriamente—. Es un honor para mí presentarle a Su Alteza Real, la Princesa Natsu de la Nación del Fuego.

Avatar. Princesa de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora