Al Fin Nos Encontramos [Tanjiro y Tú]

Capítulo XXXV

✯¿Y el amanecer?✯

Los planes que Murata tenía en mente eran unos clasificados en secciones.

Fase 1: Hacer explotar las bombas de glicinas, teniendo la intención de hacer salir a Kibutsuji.

Fase 2: Esperar a que Kochō terminase el veneno, una vez hecha esa parte se le aplicaría dicha sustancia al mismo.

Fase 3: Crear sus alineaciones para apuntar con sus armas y disparar las balas de glicinas, así Muzan se volvería más débil .

Fase 4: Todos los espadachines deberán usar al mismo tiempo la mayoría de sus posturas para que la regeneración del demonio se alenté.

Fase 5: Resistir hasta el amanecer.

Todo el plan le fue perfecto hasta el momento en el que Muzan salió disparado en busca de refugio; no era el hecho de que sintiera miedo por los cazadores, si no la preocupación de la pronta llegada del alba y el pendiente de que el veneno afectará su sistema inmune.

Kibutsuji corría entre las calles de Tokio, en sus venas viajaba la sensación de adrenalina y en su garganta un nudo indicando el leve nerviosismo que en estos momentos crecía dentro de si. Con suerte saldría de esas molestias, no estaba del todo seguro.

La destrucción que Muzan llevaba acumulada era realmente masiva, ya algunos civiles se encontraban heridos y los edificios tenían leves daños en su estructura. Por fortuna la policía y algunos de la guardia nacional acudieron a su ayuda.

Tal vez si escalaba algún rascacielos le ayudaría a liberarse de los cazadores.

Sus afilados ojos se dieron a la tarea de buscar algún edificio alto, no sería fácil pero debía intentarlo.

—¡Ahora! —con el grito que Sanemi pego, fue suficiente para que los francotiradores abrieran fuego al cuerpo de Kibutsuji.

La mayoría logró esquivarlas y otras no. El veneno ya lo estaba afectando.

Su labor de esquivar se vió interrumpida por los repentinos ataques por parte de los espadachines.

—¡Ataquen en las cicatrices! —la voz de Mey resonó en su cabeza.

—¡Maldi-

Las marcas de lo que fueron heridas se abrieron. Todas menos una.

La mayoría de los cazadores ya estaban agotados, algunos inclusive peleaban de manera automática.

Sus heridas se volvieron a regenerar, basto unos cuantos movimientos para sacar volando a todos con ayuda de una esfera llena de energía.

Para el no importaba en cuántas vidas los tenga que enfrentar, siempre acabarían de la misma manera.

Observó a su alrededor contemplando la linda escena que había formado.

Algunos de sus enemigos yacían debajo de algunos escombros, otros aturdidos, pero ninguno muerto.

Al ver a Tanjiro no pudo evitar sentir decepción en el. Siempre tuvo planes para moldearlo a su gusto y usarlo tanto como quisiera, ahora no tenía nada que ver con lo que alguna vez fue. La sangre se derramaba por su frente, su boca entreabierta en busca de aire, sus piernas temblando y una capa de sudor que lo hacían ver asqueroso.

—Si ese día no hubieras tomado la decisión de irte con ella, todo sería muy diferente —Muzan se enderezó.

—No —Tanjiro alzo su mirada—, el...del error fue tuyo por meterte con mi familia.