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𝟔 𝐝𝐞 𝐦𝐚𝐲𝐨 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟏.
𝐌𝐨𝐧𝐭𝐞𝐜𝐚𝐫𝐥𝐨, 𝐌𝐨𝐧𝐚𝐜𝐨.
En el departamento solo es audible el silencio. Arthur estaba en algún lugar del mundo manejando coches al igual que su hermano mayor, y Julie estaba recién llegada de la Universidad. Tuvo un día bastante cargado lleno de entregas y la noche anterior se durmió muy tarde debido a una maqueta que tenía que terminar a tiempo.
Pero sacando eso, amaba su carrera. Estaba enamorada completamente de la arquitectura y se imaginaba trabajando de eso toda su vida. Su padre solía decirle que tenía que estudiar algo que amara con todo su corazón y que no se preocupara tanto por el dinero que le dejaría. Aunque eso era importante, no era lo principal.
El microondas suena avisándole que su café esta listo y ella camina hacia la cocina con el móvil en la mano revisando algunas páginas de chismes en instagram. Era su pasatiempos favorito. Pero claro que los audios de Arthur no la dejaban en paz. El chico era un adicto a enviar audios de un minuto que Julie escuchaba con paciencia de principio a fin.
—Oh, mandale un saludo de mi parte. Si te cruzas a Mick dile que me debe un cheesecake. Aún no lo olvido. —suelta el botón y envía la nota de voz, para posteriormente casi asustarse por el sonido del timbre.
En realidad no esperaba visitas. Su plan para toda la tarde era terminar planos y adelantar tareas pendientes. Tal vez invitar a Charlotte a merendar para no estar tan sola, pero no esperaba a nadie.
Claro que cuando abrió la puerta y se encontró a Anna detrás de ella, todos esos planes se esfumaron. Era realmente bonita, eso sí que no podía negarlo. Pero sacando eso, no tenía pinta de ser buena persona.
—Hola... —dice Julie sintiéndose un poco pequeña ante la mirada intimidante de la británica.
—¿Tienes un minuto? —la chica asiente y se hace a un lado para dejarla pasar, pero la chica choca su hombro con el de ella y no se para, ni siquiera, a pedirle disculpas. —Bien, es rápido. Quiero todo en colores pasteles y blanco. De los vestidos me ocuparé yo, pero quiero que todo se mantenga en esos colores. —teclea algunas cosas en su celular y levanta la mirada repasando rápidamente el departamento de la chica.
Julie levanta una ceja y la mira sin poder creerlo. ¿Colores pasteles? ¡Y ni siquiera se detuvo a pedírselo por favor!
—Entraré con esa canción nupcial que ponen en todos los casamientos... del pastel te puedes encargar también, no como carbohidratos y a Charles realmente no le importa.
—¿Y tú qué harás?
—Supervisar, darling.
—Anna, esta es tu boda. —contesta, intentando mantener la calma aunque por dentro ha estallado un gran terremoto que no es capaz de exteriorizar. —Yo no voy a organizarla. Acepté ayudarte pero eso no significa que me ocuparé de todo. Si no quieres hacer nada, contrata una wedding planner. Yo me dedico a la arquitectura.
La británica la mira con una ceja levantada casi sin poder creer lo que la chica le está diciendo. Rara vez en su vida la gente se negó a seguir sus pedidos. Pero Julie no era su empleada y no lo haría.
Quizás por esto no tiene amigas, piensa Julie.
—Le diré a Charles. —contesta indignada.
—No me interesa lo que le digas. No soy tu empleada y mucho menos haré eso.
Anna se da media vuelta y sale del departamento azotando la puerta.
¿Julie había escuchado bien? Quería que ella planificara todo.
Un suspiro se escapa de sus labios y se frota las sienes intentando tranquilizarse. No sabe ni siquiera como es que terminó metida en eso pero sabe que supondrá muchos problemas entre ella y Charles.
Por lo que se adelanta y teclea un mensaje para dejarle en claro al monegasco como son realmente las cosas.
Hola, Charles. Anna ha venido a casa y realmente no sé que le sucede. No me ha avisado ni ella ni tú, no puede aparecerse aquí de la nada. Y de hecho espera que yo organice toda la boda, y no lo haré. Disculpa si la he molestado o no le ha gustado mi respuesta pero organizar una boda conlleva mucho tiempo y demasiada responsabilidad, y aún tengo mis estudios. Lo siento, creo que no podré hacerlo.
