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𝟏𝟓 𝐝𝐞 𝐦𝐚𝐫𝐳𝐨 𝐝𝐞 𝟐𝟎𝟐𝟐.
𝐁𝐚𝐡𝐫𝐞𝐢𝐧.
Julie termina de colgar la última prenda de su valija en el armario gigante que hay en su habitación de hotel. Todo lo que ha elegido tiene un toque de color rojo, era demasiado detallista. Claro que ha viajado con Charles para apoyarlo en la primer carrera de la temporada, no podía ser de otra manera.
Las cosas entre ellos estaban en su mejor momento. No había nada fuera de lugar y realmente todo parecía bajo control. La rutina, lejos de asustarlos, los había unido más, si es que eso era realmente posible.
Los rumores seguían vivos. La prensa no se cansaba de inventar cosas, pero ambos habían aprendido a sobrellevarlo. No iban a cambiarlo, claro que no, pero eso era algo que se escapaba de sus manos.
—¿Estás cómoda?
Charles interrumpe sus pensamientos mientras la mira, con el costado de su cuerpo recostado sobre el marco de la puerta. Se ve precioso, la tenue luz que ilumina sus facciones lo hacen ver más risueño de lo normal.
—Es precioso este hotel, cariño.
En la cara del monegasco se dibuja una sonrisa y mira al piso un tanto sonrojado. Con Julie siempre era igual, cada apodo, cada muestra de cariño que ella tenía con él lo hacían sonrojarse y aceleraban su corazón.
Estaba seguro de que jamás podría acostumbrarse a ello. Para él cada uno de los días al lado de Julie eran un sueño hecho realidad.
—No hablo del hotel, o bueno... en realidad sí, pero me refiero a todo lo que hay alrededor.
Era aquello lo que realmente preocupaba a Charles. Si bien no era la primera vez que Julie asistía a un Gran Premio, sí que era la primera vez que iba con un título ajeno al de amiga.
—Quiero decir... nada ha cambiado ¿verdad? —repregunta temeroso al no oír respuesta por parte de la castaña que lo mira enternecida.
—No, Char. Sólo estoy un poco cansada por el vuelo y esas cosas pero todo está bajo control.
El piloto de Ferrari se acerca a su novia y la rodea con sus brazos para luego dejar un sonoro y cariñoso beso sobre su cabello.
—¿Quieres que pida algo para cenar?
—¿No tienes que seguir una dieta?
—Puedo tener un permitido... sólo si es nuestro pequeño secreto.
Una carcajada se escapa de los labios de la castaña que rápidamente se eleva de puntas de pie para dejar un beso sobre la barbilla de Leclerc.
