1. 2 de Agosto, miércoles: Un Mal Comienzo...

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Hola! Ya me tocaba reaparecer con la segunda parte de "La Lechuzería", ¡hala a disfrutarla!


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Si hubiera sabido que iba a tener que pasarme el verano leyendo la basura del Profeta solo para poner al día a un imbécil obstinado que canceló su suscripción, creo que habría reconsiderado algunas opciones, como salir con el imbécil obstinado.

Harry sonrió, con los ojos fijos en la carta, mientras se mecía suavemente en el columpio. El calor del día por fin se estaba retirando, pero también significaba que la luz se desvanecería pronto también. Quería terminar de leer la carta de Draco antes de tener que regresar.

Esta semana tampoco ha ocurrido nada, pero incluso si hubiera pasado algo, estoy seguro de que habrían publicado un artículo sobre el sombrero de Fudge, o simplemente te habrían llamado otro nombre idiota, en cambio.

Quiero decir, "El Niño que Mintió" es simplemente perezoso.

Deberían contratarme a mí en su lugar. Soy bastante bueno con los nombres, ¿no es así, Cara-rajada?

Incluso con solo las palabras, podía imaginarse perfectamente la sonrisa blanca y el dibujo elegante. Harry suspiró con anhelo, septiembre no podía llegar lo suficientemente rápido. Tal vez podría pedirle a Draco que nos reuniéramos en el Callejón Diagón una vez que saliera la lista de libros.

Creo que he cumplido con mis deberes de reportero, así que ahora me ocuparé de los demás.

Harry casi pudo oír el pequeño suspiro tras las palabras.

Al parecer lo suficiente como para que se me note en la cara, ya que mi madre me preguntó ayer si me sentía mal. Bastante embarazoso en esta casa, así que en retribución espero que me eches de menos igualmente.

Ten cuidado y evita los problemas. Por muy gracioso que haya sido inflar a tu tía, te pido que no lo repitas. A no ser que pienses en invitarme, eso sí.

Sinceramente,

Draco.

Harry dejó escapar un suspiro de felicidad mientras se empujaba contra el suelo con los pies, apoyándose en el columpio. Dejó que su cabeza se apoyara en la cuerda y sonrió, disfrutando del momento.
Hasta que lo arruinó el sonido de unas risas fuertes que se acercaban, es decir. Al reconocer las voces de Dudley y sus amigos, Harry se sentó erguido, dejando de sonreír por una expresión neutra.

"Oh, eres tú", dijo Dudley. Él y su pandilla se burlaban de Harry, pero no lo llevaban tan bien como los Slytherin y eso le divertía. Dudley sonrió: "¿Qué es eso? ¿Una carta de tu novio?"

Harry se rió, sobresaltando al grupo. "Tienes toda la razón, pequeño Diddykins". Harry dobló la carta con cuidado y la guardó en el bolsillo. "Es de mi novio. Porque sí tengo uno, no como cualquiera de vosotros, perdedores".

El grupo parecía desconcertado, mirando a Dudley en espera de direcciones. Su primo se quedó boquiabierto como un pez, probablemente atrapado entre sentirse ofendido por el apodo, o sorprendido por la admisión de Harry.

"¡Tengo novia!", protestó uno de sus amigos. El grupo se giró para mirarlo. "Yo- yo tengo, chicos, ella es-"

"¡Cállate!", cortó Dudley. "Este engendro no está saliendo con nadie. Y si lo está, probablemente sea otro engendro como él".

Harry sacudió la cabeza con humor. "Lo que tú digas, Diddykins".

"No me llames así", gruñó Dudley.

Harry se encogió de hombros. "Así es como te llama tu madre".

Dudley le frunció el ceño antes de que un brillo malicioso apareciera en sus ojos. "Tú no sabes nada al respecto, ¿verdad?".

El buen humor de Harry se desvaneció. "Cállate."

"Te oigo todas las noches", continuó Dudley. "¡Mamá! ¡Papá! ¡Ayudadme! ¡Ayudadme! Me va a matar!"

Su pandilla se reía detrás de él.

"Cállate, Dudley", murmuró Harry entre dientes.

"¿Dónde está tu mami, Harry?"

Harry se levantó, con los puños apretados a los lados. Pero antes de que pudiera hacer nada, la luz del sol desapareció de golpe y una brisa fría recorrió el parque. La pandilla miró a su alrededor, con miedo en sus rostros, uno de ellos gritando que era una tormenta y haciendo que el resto se escabullera.

"¿Qué has hecho?", preguntó temeroso Dudley.

"Nada", dijo Harry, preocupado porque el repentino cambio no parecía nada natural. Miró a su primo con seriedad. "Vámonos."

– – –

La puerta se cerró de golpe tras él, mientras Harry entraba furioso en la habitación. Con una pronunciada palabrota, dio una patada a la cama, que en lugar de hacerle sentir mejor acabó por sobresaltar a Hedwig y hacerle sentir culpable. Se disculpó y se sentó en la cama.

Había sido expulsado. Su varita iba a ser destruida. Pero todavía no le habían expulsado. No obstante, ¿y si lo expulsaban? Nunca volvería a Hogwarts, a Ron y Hermione. Ni a Draco.

Harry se dejó caer en su cama, y su mano se posó junto al libro que había dejado allí. Harry lo recogió, admirando una vez más la cubierta azul con el bardo dibujado.

Se había sorprendido cuando Draco, de entre todas las personas, le regaló un libro infantil por su cumpleaños. El rubio le había explicado en su carta que los Cuentos eran de dominio público, y que no podía dejar que Harry siguiera siendo "atrozmente inculto". Y también que uno de los cuentos había sido inspirado por Linfred de Stinchcombe, por lo que Draco había pensado que Harry podría estar interesado.

A Harry le habían interesado, pero habría preferido escuchar los cuentos del rubio y su voz elegante. La sola idea había sido algo que le hizo sonreír mucho para sí mismo, pero al mirar ahora el libro, solo se sentía desesperado. Si lo expulsaban, no sabía qué pasaría.

Con un suspiro, dejó las gafas sobre la mesa y se acurrucó junto al pequeño libro.

Donde Draco intenta que le guste la familia de Harry y a nadie le gusta UmbridgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora