25. 22 de Abril, lunes: Tres Dragones

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El aviso había aparecido en el tablón de anuncios de la Sala Común la mañana del último día de las vacaciones de Pascua, con grandes letras en negrita que hablaban de su importancia e hicieron que todos los alumnos intercambiaran miradas de preocupación.

"Consejos profesionales", suspiró Harry, con la cabeza apoyada en la pared de piedra de la alcoba. Al principio se había sentido reacio a usar el mapa; era de su padre y Harry no sabía qué pensar del hombre ahora, ni de Sirius, ni de Remus. Pero había valido la pena, porque gracias a él había encontrado la alcoba, oculta tras un gran tapiz en el sexto piso, y ahora Draco y él podían estudiar juntos en paz.

Draco levantó la vista del libro que sostenía en el regazo. Estaba sentado en el suelo justo delante de Harry, con las piernas cruzadas como un niño, pero sin dejar de parecer correcto. O tal vez ésa era sólo la percepción sesgada de Harry. "Sí, consejos profesionales. ¿Qué te parece?"

"Quiero decir, ¿tienes alguna idea de lo que te gustaría hacer?" preguntó Harry, alcanzando un chocolate de la caja que la madre de Draco le había enviado por Pascua. El rubio no había ido a casa, optando por quedarse a estudiar para los próximos exámenes. Por supuesto, Harry también era parte de la razón y se sentía muy orgulloso de ello.

"Bueno, en realidad no necesito trabajar", dijo Draco con altanería, con la barbilla ladeada de la forma en que lo hacía siempre que algo le agradaba de sí mismo. "Pero me gusta Pociones, así que podría seguir estudiando eso. O quizá Alquimia".

Sin duda, Harry veía a Draco por ese camino, con lo cómodo que parecía ante un caldero. Harry mismo era otra cuestión. "Creo que quiero ser Auror", dijo, y luego se metió el chocolate en la boca. Era exquisito e indudablemente caro, como de costumbre.

"¿Un Auror?" repitió Draco, como saboreando la palabra. Cerró su libro y miró a Harry con consideración. "Supongo que tu Heroísmo te guiaría definitivamente hasta allí, sí", dijo al cabo de un rato, arrancando una risa sobresaltada de Harry. "Y también eres bastante bueno en Defensa".

"¿Pero?" preguntó Harry, porque estaba percibiendo una allí.

Draco puso los ojos en blanco. "No hay peros, sólo estaba pensando que podrías ser un buen profesor de Defensa ya que te fue bien con tu pequeño ejército". El rubio se encogió de hombros. "Claro, podrías dedicarte a eso después de jubilarte".

"Como Moody" se quedó sin decir porque en realidad el hombre no había sido su profesor, y porque a ambos les traía malos recuerdos.

"De cualquier forma, estarás bien, Harry", dijo Draco, cogiendo un chocolate de los suyos y llevándoselo a los labios, junto con los ojos de Harry. "Estoy seguro de que la Oficina de Aurores estará encantada de tener al Gran Potter entre sus filas. Quién sabe, a lo mejor ni siquiera te piden el EXTASIS" dijo socarronamente, antes de darle un mordisco.

Harry volvió a levantar la vista. "¿Tú crees?", preguntó con una sonrisa en bucle. Sabía que Draco le estaba tomando el pelo, pero a veces seguirle la corriente era mejor.

"Oh, lo sé", dijo Draco con una sonrisa. Luego hizo una pausa, con las cejas ligeramente fruncidas. "Al menos debería ser así, pero con cómo se está portando Fudge ahora mismo, vas a necesitar sobresalientes en todos tus EXTASIS".

Eso hizo que Harry hiciera una mueca. No había pensado en eso. No había pensado en mucho, para ser honesto. El futuro le parecía tan lejano y tan poco claro. Era más fácil concentrarse en el ahora, en su pequeña alcoba y en los chocolates caros. Volvió a suspirar.

"Yo no me preocuparía demasiado por eso, Harry". La voz de Draco lo sacó de sus pensamientos, encontrándose con sus ojos plateados fijos en él. "Ahora mismo, de lo único que tienes que preocuparte es de tus TIMOS, y quizás de los EXTASIS que harás el año que viene".

Donde Draco intenta que le guste la familia de Harry y a nadie le gusta UmbridgeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora