Capítulo 27

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ADVERTENCIA: Contenido sensible, violencia explícita.

Harry se detiene en seco cuando la silueta del alfa armado aparece frente a él.

Levanta su mano automáticamente, esperando convencer al tirador de que no representa un peligro para él.

"Lleva a tu hermano para allá, ¡rápido!" ordena firmemente al niño mayor, quien lo obedece y se lleva al pequeñín apresuradamente, casi arrastrándolo.

El alfa no aleja su vista de Harry, apenas reconociendo la presencia de los infantes.

Harry levanta sus dos manos al aire una vez que los niños desaparecen por el laberinto de pasillos.

"Señor Lawson," habla, reconociendo al hombre como el padre de Lucy Lawson.

El alfa se ve muy distinto a la última vez que lo vio, días antes de que Lucy falleciera. Ahora parece un fantasma de la persona que alguna vez fue. Piel pálida, ojeras oscuras, mejillas hundidas por pérdidas de peso y ojos furiosos, cegados por la rabia.

El señor Lawson lo apunta con su arma.

No entrés en pánico, Styles, se dice a sí mismo, intentando mantener su respiración regular y sus expresiones faciales neutras, pero está seguro de que sus feromonas cargadas de alerta y nerviosismo lo delatan.

"¿Dónde está Andrea Talendi?" pregunta crudamente, sin un ápice de humanidad en su tono. Te voy a matar si no me dices dónde está, es lo que escucha Harry.

"Hace horas que no lo veo, pero hoy da consulta en neumología."

Lo primero es cierto, lo segundo no. Hoy Andy da consulta en cardiología pediátrica, bastante cerca de donde están, pero el sector de neumología está en el extremo opuesto del piso, por lo que, con suerte, alejaría al tirador del área si se dirige hacia allá.

"¿Conociste a mi hija?" pregunta con reproche.

¿Por qué dejaron que mi hija muriera?, es lo que Harry se imagina que pasa por la mente del hombre.

"Sí... Lucy Lawson."

El alfa parece ensimismarse en sus pensamientos. Sus ojos oscilan en movimientos rápidos de un lado al otro mientras su mirada se pierde detrás de Harry.

Se pregunta si podría aprovechar la efímera distracción del hombre para lanzarse sobre él y desarmarlo, o si sería lo suficientemente rápido como para salir huyendo de ahí sin recibir una bala en el proceso. Las ideas vuelan por su cabeza a la misma velocidad de la luz, no obstante, se acobarda al darse cuenta de que el brazo del señor Lawson no desiste, apuntando el arma de fuego firmemente en su dirección, tan estable y amenazante que pareciera que es otra persona sosteniéndola en vez del demacrado hombre.

"Lucy era mi única hija. Era mi vida entera... Mi todo," le dice en un tono monótono y vacío.

Luego, la explosión del disparo llega a sus oídos.

El dolor llega una milésima de segundo después. Lacerante y ardiente.

En su pecho, justo a la altura de su corazón, pero en su costado izquierdo.

No sabe en qué momento cae al suelo, pero cuando recupera la noción del tiempo se encuentra a sí mismo apoyándose con su palma contra la baldosa fría y blanca del piso. Su otra mano se posa sobre la herida en su tórax.

Es la primera vez que experimenta una situación así de peligrosa en carne propia; había leído al respecto docenas de veces, y en su corta carrera había tratado a un gran número de pacientes afectados por tales circunstancias. Heridas de bala, ataques de ácido, puñaladas y machetazos. Leerlo o tratarlo en otras personas es muy distinto a vivirlo de esta manera.

Hipopituitarismo - LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora