Capítulo 20

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ADVERTENCIA: contenido sexual explícito.

El martes por la tarde Harry termina su guardia y conduce directo a casa de Louis. Lo extraña demasiado, necesita verlo dentro de los próximos 30 minutos o su alfa va a terminar clavándole las garras en el pecho de la desesperación.

Está un poco cansado, pero no tanto como lo estaría un viernes después de 80 horas de trabajo semanales. Harry le avisa a Louis a través de un mensaje que cenaría en su casa al salir de su turno, pero se le pasa informarle cuando ya va en camino hacia allá. No importa tanto, pues ya tiene su propia llave.

Harry está consciente de que Louis todavía no siente por él lo que su alfa siente por su omega, pero sabe que poco a poco va acercándose para igualarlo. Lo puede sentir, a veces incluso puede olerlo en la dulce esencia a vainilla cargada de cariño y afecto, con sus notas de canela picándole en la nariz transmitiéndole su deseo carnal.

También está consciente de que no le ha pedido permiso a Louis para cortejarlo, y joder que ni siquiera está seguro de cómo hacerlo, pues jamás se ha atrevido a tanto con alguien, pero aun así le compra un pequeño ramo de flores que un vendedor le ofrece al pararse en un semáforo de la carretera.

Deja las flores en el asiento del copiloto y mientras conduce le lanza miradas rápidas a la mezcla de rosas amarillas y blancas. Bonitas, como él. Luego piensa que debería de llevarle algo más, pues a pesar de que estuvieron juntos la noche antes de su cumpleaños, no pudo verlo en el día especial, así que decide desviarse para pasar a la repostería favorita de Louis por un pequeño detalle.

Le compra su postre favorito; tiramisú, y él se pide un cappuccino para sentirse un poco más despierto. Los dedos de las manos le cosquillean de emoción cuando entra al barrio de Louis, sintiendo su pecho llenarse de aquel hormigueo que solamente se obtiene cuando sabemos que estamos por llegar a casa.

Harry se estaciona en la acera de enfrente y toma las flores, el tiramisú, su maleta deportiva con ropa limpia, su café, su teléfono y su llavero antes de bajarse del carro. Va un poco cargado, por lo que batalla encontrando la llave que abre la puerta de la casa, esa que Louis le regaló días atrás.

Podría simplemente tocar el timbre, pero entonces la emoción del momento se arruinaría. Le cuesta meter la llave al picaporte, sin embargo lo consigue y se abre paso a sí mismo a la vivienda.

Perseo está al pie de la puerta, como si hubiera estado esperándolo, y empieza a maullar cuando lo ve. El gato se restriega contra sus pies y luego se atraviesa en medio de ellos, haciendo que se tropiece cuando entra.

Se estabiliza con cuidado de no derramar su cappuccino y deja su maleta en el sillón de la sala.

"¡Louis! ¡Llegué!" anuncia en voz alta mientras deja el resto de sus pertenencias sobre la mesa, quedándose con el postre y el ramo en manos.

Luego de unos segundos, Louis sale su habitación luciendo adormilado, con su cabello revuelto y plumoso, unos pantalones de chándal y una sudadera que Harry le dejó semanas atrás. Siente su corazón acelerándose cuando sonríe y se acerca a él.

"Hey... Hola, creí que llegarías más tarde," le dice parándose frente a él. Harry quiere pegarlo a su cuerpo, olerle el cuello y luego marcarlo con amor y protección, pero tiene las manos ocupadas.

"No. Quería verte ya. Te extrañé un montón."

"Yo también... ¿Me trajiste flores?" pregunta viendo el ramo en su mano, que a Harry parece habérsele olvidado, o simplemente no sabe cómo sostenerlas, pues los pétalos de las rosas apuntan hacia el suelo. Un par de ellos se han desprendido y yacen sobre el piso.

Hipopituitarismo - LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora