Clarissa Jones, es una adolescente soñadora, su deseo es ir a Londres a estudiar moda ¿Podrá cumplir su sueño?
(Esta historia tiene contenido +18)
¿Y si me hubiese quedado contigo? ( segunda o primera historia del mismo mundo es la historia de Susa...
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Algo me dice que me debo presentar. Soy Clarissa Jones, tengo 17 años y estoy en mi último año de estudios. Todos dicen que el último año es el más estresante del mundo, pero yo creo que todos los años tienen su dosis de presión. Sin embargo, si quiero estudiar moda y ser reconocida, debo esforzarme al máximo. Actualmente, vivo en Toronto, Canadá, pero mi objetivo es estudiar en una de las mejores universidades de moda en Londres, y haré todo lo posible para lograrlo.
En cuanto a mí, no soy muy alta; mido aproximadamente 1,65 metros. La parte de mi cuerpo que más me gusta son mis ojos, que son de un hermoso color azul.
No me preocupo por encajar con los demás; considero que es una pérdida de tiempo. Me encanta escuchar música de los años 70 y 80. Mi estilo personal incluye chaquetas de cuero y jeans, y tengo una debilidad por la ropa negra, aunque en raras ocasiones uso otros colores.
Hoy, mientras me dirigía a mi salón, vi a una chica sentada en mi asiento. Aunque podría haberla dejado estar, el único asiento vacío estaba justo al frente, y allí se sentaba una de las personas que menos me caen bien. Así que me acerqué a ella.
—Hola, disculpa, pero estás en mi asiento _ dije.
—Oh, per...
Ella me miró fijamente durante unos segundos, lo cual encontré un poco incómodo. Nunca había hecho tanto contacto visual con una persona.
—¿El asiento?
—Oh, pe... Perdón, sí, claro.
—Si fuera por mí, no te sacaría, pero me siento aquí desde que llegué al instituto. Ojalá me —entiendas.
—Claro que sí. Soy Sofía Evans.
—Un gusto, Sofía. Soy Clarissa Jones
En ese momento, me pregunté: ¿Qué rayos está pasando? Nos mirábamos demasiado, hasta parecía que estábamos coqueteando. El día se hizo eterno, pero me di cuenta de algo: no dejaba de ver a Sofía. Y cuando yo no miraba, ella me observaba a mí. Quizás son solo cosas mías.
—Hola, Clarissa. ¿Podemos irnos juntas?
—Rayos, Sofía, me asustaste. Tengo que rechazar tu propuesta; yo me iré caminando.
—¿Con esta lluvia? ¿Estás loca?
—Creo que un poco, pero a quién no le gusta la lluvia. La lluvia hay que sentirla o, si no, ¿por qué está hecha? Algunos la odian y usan feos paraguas, pero a mí me gusta caminar bajo ella. Bueno, tengo que irme. Lo lamento.
—Eres todo un caso, chica. Solo espero que no te enfermes.
—Dalo por hecho.
Coloqué mis audífonos mientras caminaba, escuchando "Another One Bites the Dust" de Queen. Sin embargo, no podía dejar de pensar en por qué sentí mariposas al conocer a Sofía. ¿Será que simplemente tenía hambre? Sea lo que sea, lo descubriré. Mi casa queda a una hora de mi colegio caminando, y durante todo el camino, Queen fue mi compañía. Amo demasiado esa banda.
Cuando llegué a casa, me vestí rápidamente. La noche anterior había estado ocupada dibujando bocetos de diseños para mostrárselos a Susan. Ella tiene un taller de moda, y allí se encuentra la ropa más hermosa. Aunque inicialmente quiso que fuera solo un taller, ahora tiene una buena clientela. Su nombre es "Susan Fashion", y a veces atiende a personas muy adineradas.
—Susan, hice otro boceto y me gustaría saber qué opinas.
—Déjame decirte que esto es hermoso, Clary. Pero ya has enviado 30 bocetos, y te enfadas cuando no los aceptan de inmediato.
—Vamos, Susan, no me enojo. Solo me gustaría que la gente los tuviera. ¿Te imaginas que envíen tu ropa a una agencia de modelaje y que, además, ocupen uno de mis diseños? Sería un sueño hecho realidad.
—Solo te queda un año, Clary. Tienes que esforzarte al máximo. Si todo sale bien, el próximo año estarás estudiando en la mejor universidad de moda en Londres.
—Ya lo sé, pero tu taller es muy reconocido. Puede que al llegar a la universidad, sea un poco conocida por mis diseños y después serlo aún más cuando sea diseñadora. Imagínate: yo en agencias de modelaje, sacando mis nuevas colecciones... Modelos en pasarelas, luciendo mi ropa, mis diseños. Susan, ponte en mi lugar un rato y acepta mis bocetos.
—No te das por vencida, niña. Está bien, muéstrame tus bocetos.
Les mostré mis bocetos, y Susan quedó igual que siempre: embobada, viendo uno y cada uno de los diseños. Susan era como mi segunda madre; aparte de ser mi jefa, la amaba, y sabía que ella también me quería a mí.
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