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Después de unos días sin tener que salir de la mansión, estaba volviéndose ligeramente loco.

Había visto cada esquina del lugar, había visto todas las plantas, y pudo o no, haber comenzado a contar los escalones que subía y bajaba cada vez que iba a la cocina. El gimnasio personal podría ser lo más interesante además de la piscina, y ahí pasaba la mayor parte del tiempo.

Pero ya estaba cansado.

Cansado de hacer nada.

Siempre tuvo una vida activa, por lo ahora sentía que comenzaba  deteriorarse lentamente.

Ni siquiera podía hablar con Dee porque estaba ocupado con la universidad, algunos papeles y demás cosas, así que no quería molestarlo. Charlie le dio una lista con fotos diferentes de apartamentos para Dee para que eligiera uno, así que las envió mientras. Dee parecía confundido por eso, pero fue fácil convencerlo de que podía pagarlo y que sería el lugar de ambos. Pero sabía que pasaría casi todos los días con Charlie, así que el apartamento solo sería para Dee.

Así que después de dar vueltas en la biblioteca, subió las escaleras y caminó por el pasillo hacia la habitación de Charlie. Golpeó dos veces y esperó, pero nadie abrió. Entonces empujó la puerta con suavidad, mirando adentro.

"¿Charlie?"

Hubo un suave movimiento desde la cama, debajo del blanco y grueso edredón. Una mata de cabello negro emergió de ahí, azules ojos cansados con bolsas oscuras debajo, había incluso un rastrojo de barba en sus mejillas. "¿Qué pasa?" Incluso su voz estaba ronca. Miró alrededor con confusión y frunció el ceño. "¿Ryan?"

Lentamente entró a la habitación, cerrando la puerta con suavidad. "No te he visto en dos días. Así que quería saber si estabas bien. No te ves como si lo estuvieras." 

"Gracias." Se movió sobre la cama, sin salir debajo del edredón, pero ahora lo estaba mirando. Charlie suspiró pesadamente. "Estoy bien."

"¿Has siquiera salido de tu habitación?"

Él solo parpadeó.

"Dean trae mi comida."

"Puedes decirme que haga eso, sabes." Caminó hacia el grueso y brillante escritorio y tomó asiento en la suave silla con  ruedas. "De todas formas no tengo nada más que hacer."

"¿Quieres cocinar?" Charlie sonrió suavemente, cerrando los ojos y sonriendo como un gatito dormilón. "Puedes hacerlo. No es como si fuera mi tarea favorita." Bostezó mientras se movía hasta que estuvo sentado, su espalda contra el cabecero. Su pálido, y libre de vellos, pecho, estaba expuesto ahí y se sorprendió de ver un par de tatuajes sobre su pecho y hombros. Había una larga frase a lo largo de la clavícula, en el lado izquierdo, escrito en cursiva, que no podía leer con claridad. Tenía una mariposa en el hombro izquierdo, una golondrina encima del pectoral derecho. "No soy quisquilloso con lo que como, así que lo que sea está bien. Ugh, probablemente debería salir de la cama. ¿Es tarde? Tenemos un lugar al que ir hoy."

"¿En serio?" Sonó un poco emocionado. Charlie asintió. "¿A dónde iremos?"

"Es una fiesta en el museo." Se pasó una mano por el cabello y finalmente quitó el edredón de encima. No debió sentirse decepcionado de verlo usando un largo pantalón de algodón de pijama. "¿Le mostraste los apartamentos a tu hermano?"

"Sí. Todavía sigo esperando a que responda."

"De acuerdo."

Se levantó de la cama con un largo quejido mientras se frotaba el rostro. Se veía... áspero en el mejor de los casos. Parecía una persona completamente distinta al tipo que conoció esa noche en las peleas. Ahora se veía más humano.

[GAY] Perfecto CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora