Desde que había llegado a esta vida, Evangelina lo había tenía todo, el amor de sus padres, el
cariño de sus hermanos, lujos y todo lo que una niña necesita para vivir bien. Era la más
pequeña y la única hija mujer de la familia, desde su infancia había sobre salía en el colegio,
era la mejor de su clase y gracias a eso se convertido en una de las mejores arquitectas
reconocidas del mundo, sus padres y sus hermanos se sentían orgullosos de ella, porque a
pesar de tenerlo todo, era sencilla, honesta, con un gran corazón, siempre se esforzaba por
conseguir lo que quería, no esperaba a que alguien más se lo diera, no le gustaba depender de nadie. Un año atrás había emprendido un proyecto en donde las comunidades con pocos
recursos serían beneficiadas con viviendas aptas para una vida mejor, a ella no le gustaba ver
sufrir a las personas, siempre se preguntaba porque hay personas que lo tienen todo y otras
que no tienen nada. Hasta el momento todo marchaba bien con su proyecto, se sentía contenta con los resultados y estaba planeando conseguir nuevos socios.
Después de meses de visitar diversos lugares en donde se emprendería el proyecto, regresaría
a su casa para la fiesta de aniversario de la empresa de su padre, como todos los años acudirían todas las personas más importantes del país y todos los trabajadores de la empresa desde el presidente hasta los encargados de la limpieza, según Alexandre, su padre, todos son responsable del éxito que tenía su compañía.
La familia entera se dirigía a la fiesta, una vez que llegaron comenzaron a saludar a todos los
invitados que ya se encontraban ahí, se turnaban para recibir a las personas que llegaban. no
había persona con la que no intercambiarán palabra o estrecharan su mano; eran una familia
modelo llena de amor y humildad.
Toda la fiesta Alexandre se pasó presumiendo los logros de su hija a todos sus socios, algunos
propusieron asociarse con ella para que se extendiera su proyecto, Evangelina se encontraba más que feliz, sin duda había resultado una gran noche para ella, aunque algo estaba a punto
de suceder que le cambiaría la vida. Salió de la fiesta, necesitaba tomar un poco de aire, se
sentó en una jardinera y se quitó sus zapatillas, esa noche la luna brillaba como nunca,
Evangelina lamentaba no tener con ella su cámara fotográfica. Mientras contemplaba aquella hermosa luna le llego un olor a cigarrillo, ella odiaba al cigarro, él había sido el culpable de
terminar con la vida de su abuelo. Se puso los zapatos dispuesta a marcharse de aquel lugar,
cuando se dio la vuelta se encontró con un hombre, a su parecer guapo y atractivo, a pesar de que a simple vista parecía perfecto ella sabía que la perfección no existe, todos tenemos defectos y los peores son los que no se pueden ver a simple vista. Evangelina se dirigió de regreso a la fiesta, se sentó junto a su familia, conversaron un rato, luego su papá y sus hermanos se fueron a la pista de baile con sus respectivas esposas, Evangelina quedo sola en la mesa observando a sus padres y el amor que aún existía entre ellos, era su pareja favorita deseaba algún día encontrar a una persona con la que pudiera compartir su vida para siempre.
A la semana siguiente Evangelina se presentó en la empresa de su padre para ir a comer juntos,
unos pisos antes de llegar a donde se encontraba la oficina de su padre, un hombre subió al
ascensor, era el mismo hombre que estaba fumando en la fiesta. Mientras llegaban a su destino ella muy educadamente le quiso hacer platica, pero resultaba que él era de pocas palabras. Ya en la oficina, su padre los presento, mientras su padre trataba asuntos con aquel hombre ella salió para esperarlo e ir a comer. Después de ese día Evangelina y aquel tipo se encontraban con frecuencia y al poco tiempo empezaron a salir juntos como amigos; al parecer tenían las mismas opiniones sobre la vida.
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Historias inconclusas
Short Storycinco pequeñas historias contadas en un momento crítico, en donde puede pasar de todo o nada, historias que terminan sin terminar...