Capitulo 6

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Llegó a la casa, subo corriendo las escaleras, mi mamá me ha dicho que dejó un vestido en mi
cuarto para que lo usé está tarde, cuando abro la puerta veo ese vestido color lila que resalta el color de mis ojos y que le va perfecto a mi piel clara. Me lo pruebo y me gusta cómo me quedé, llega hasta el suelo, la parte de adelante es hermosa, con tirantes anchos, sin escote, ajustado hasta la cintura y suelto hasta el suelo, con una abertura que llega hasta medio muslo,
pero la parte de atrás deja al descubierto toda mi espalda, no estoy segura de esa parte, prefiero lo simple, pero ya es tarde y el programa está por comenzar, así que me apresuró, tomo las zapatillas que me dejaron a un lado del vestido y me las pongo.

Baja las escaleras hasta la sala donde me espera mi familia, mi papá me halaga, finjo que estoy
feliz, pero en realidad me estoy muriendo de los nervios por lo que podría pasar con Diego, tengo ganas de besarlo y eso puede traicionar mi objetivo principal.

Nos subimos al auto, pero no contamos con que encontraríamos tráfico, a pesar de que era tarde y por lo general a esta hora las calles se encuentran libres, hoy toda la ciudad decidió salir en sus coches. Empezando mi nueva etapa y llegando tarde.

Cuando entró al salón donde se llevará acabo la fiesta veo a todos mis compañeros en sus asientos, la ceremonia ya a comenzado, por lo visto tendré que hablar con Diego al final. Entré
más me acercó a mi lugar mis nervios van aumentando, yo no soy de nervios y justo hoy se les ocurre surgir, doy un paso más y se me dobla el pie, mala elección, debí traerme tenis, pero ya es tarde, respiro profundo, cuadro los hombros y comienzo a caminar como si fuera cualquier día, como si estuviera sola en el lugar, siempre con la mirada enfrente. El camino parece largo, ¿Por qué me tocar hasta enfrente?

Pasó la última fila donde se encuentra Diego, se ve guapo como siempre, Romina concéntrate.
Su asiento está justo en orilla por dónde voy a pasar, aún no me ve y espero que no lo haga,
pero al pasarle cerca mi vestido toca su brazo, al sentirlo volteo a verlo y él hace lo mismo, nos vemos a los ojos y el mundo se detiene, le sonrió y él me corresponde, y entonces recuerdo todo y mi mundo comienza a desbordarse otra vez; avanzó rápido a mi lugar, no quiero perderme en su mirada, no quiero volver a caer en sus encantos porque me volvería a lastimar y no estoy lista para otra caída.

Creo que no me han reconocido hasta que llegue a mi lugar y me siento, lo noto cuando el compañero que está a mi izquierda me dice que esos asientos son para los que se graduaran hoy, que el lugar que acabo de tomar es de una compañera que tal vez no asista, así que dice que puedo quedarme, sin embargo, tendré problemas con el director, lo ignoró completamente, la actitud con la que llegue ya no está y eso me ha puesto de malas.

La ceremonia continua, terminan con la bienvenida, la presentación de las personas en la mesa de honor, palabras de felicitaciones por parte del director y no sé qué más, me perdí en el recuerdo de los 4 años que pasé en la universidad, desde mis días buenos hasta los malos, recordé la forma en que gané amigos y luego el cómo los fui perdiendo, me pregunté el por qué una persona cambió toda mi existencia, primero para bien y luego oscureció mi mundo, y aún continua haciéndolo, no puedo sacarlo de mi cabeza, de mi corazón, me desveló pensando en él, ya no voy a mis lugares favoritos porque siempre nos veo juntos tomados de la mano, riendo o besándonos… no hay día que no lloré por él. Esto es una tortura y parece que soy la única que sufre. Necesito hablar con él, tengo que hacerlo, pero no sé si pueda.

Marqué su número tantas veces en el pasado, pero al final me arrepentía y no llamaba; cambié
mi número y mi teléfono. Todas las fotos que nos hicimos juntos, nuestras conversaciones, aquéllas que, después de terminar, leía todas las noches, de las que nunca tuve la fuerza para borrar, más que aquel día, cuando se suponía que estaríamos festejando un aniversario más y hacía meses que ya no estábamos juntos, ése día fue donde el dolor llegó más fuerte, tomé todas mis fuerzas y la rabia que había en mi corazón para lanzar mi celular al río, convirtiendo en nada aquellos recuerdos, desapareciendo también las promesas, convirtiendo todo en basura. A pesar de todo me sabía su número de memoria e inconscientemente lo marcaba, aún lo marcó cada noche…

Lo amé y lo amo tanto, fue mi vida, pero me destrozó, me dejó vacía y rota… sin él me siento
incompleta. Al verlo me movió todo, no sé si pueda atreverme a hablar con él, es más, no sé si
pueda acercarme tan siquiera...

Historias inconclusasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora