Capítulo 7

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El reloj marcaba las 11:59 de la noche cuando me encontraba al lado de mi hija despidiendo a mi padre en el panteón del pueblo, solamente en compañía del doctor, el sacerdote que daba una oración por su alma y el ayudante del padre, quien junto al doctor terminaban de echarle
tierra al cuerpo que se encontraba tres metros bajo aquella tierra.

Como a las 3 de la mañana, me despedí del padre Juan en la estación de autobuses donde comenzaba una nueva vida para nosotras.

Llegue a la ciudad, fue un poco difícil acostumbrarnos, pero fue mucho más difícil encontrar un trabajo, en todos pedían experiencia, en algunos otros no aceptaban niños, pero al final encontré el trabajo en el que ahora me encuentro y por suerte a Lili quien cuida de mi hija mientras no estoy. Todo parecía estar bien hasta que aparecieron ellos.

Han pasado 10 años desde aquel día en donde abandone el pueblo, jamás regrese, pero por el
padre Juan sé que nadie se había enterado de la muerte de mi papá y que todos se preguntaban
para donde habíamos ido, mi hermana lo sabe, pero ni siquiera eso le mueve...

Así es como llegamos a este momento en donde el seguir teniendo la custodia de mi hija de pende de un juez que escucha toda la historia, un juez que puede darme la custodia o quitármela para siempre, un juez que además, su rostro no refleja nada.

Mi suerte está en el aire...

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