De frente al espejo que cuelga de la pared de su baño, Bill se siente mareado y cansado como el infierno.
El hematoma alrededor de su ojo izquierdo casi había desaparecido, actualmente solo era una mancha amarillenta sobre su parpado. Con el maquillaje de su madre en la mano aplica una ligera capa en el contorno del ojo y con el movimiento ligero de sus dedos difumina la pintura sobre su piel. Jalando del dobladillo de su camiseta para dormir tira de la prenda sobre su cabeza y se gira para comprobar que las heridas en su espalda aún no han terminado de cicatrizar, hace una mueca al observar el color rosado de las líneas sobre la piel, no duele pero la piel sigue un poco sensible y el material de sus suéteres parecen agravar la irritación.
Regresa a su habitación y con resignación se coloca y abotona una camisa de manga corta con estampado floral, elige un par de pantalones cualquiera de la pila de ropa que se amontona frente a su armario y se calza con el único par de tenis que tiene.
Se sienta en la orilla de su cama mientras pasa sus dedos por los mechones desiguales de su flequillo, su gatito salta sobre sus piernas y se acurruca en su regazo, acariciando el pelaje blanco entre las orejas de su mascota Bill contiene un bostezo con su otra mano.
Su padre había aparecido hacía apenas algunos minutos en su habitación diciéndole que se alistara porque hoy tendría que regresar a la escuela, que su maestro de historia había insistido en la importancia de su asistencia ese día y que su madre lo acompañaría porque el director había solicitado reunirse con ella ese mismo día a primera hora. Y Bill, que había olvidado realizar todas sus tareas, que se había estado desvelando todas las noches de su encierro y que había pasado sus madrugadas únicamente escuchando la radio y tomando las cervezas que su mamá había olvidado en el refrigerador, sólo había podido asentirle a su padre cuando este salía de su habitación.
Cuando el reloj en su mesita de noche marca las 6:30 Bill coloca un beso entre las orejas de su gato, lo coloca con cuidado en la cama y balancea su mochila sobre su hombro, baja corriendo las escaleras buscando a su madre quien debe estar esperándolo, pero todo lo que encuentra es una nota de color amarillo brillante con el nombre de su madre garabateado al final, en ella solo hay un mensaje estúpido para su padre.
Suspirando Bill arroja la nota sobre la mesa de café y sale de la casa asegurando las puertas a su espalda.
—Buenos días Billy —dice una voz sobre su hombro, el pelirrojo se gira sobresaltado para encontrar a Jeffrey de pie en su porche. El pelinegro lleva una camiseta negra lisa entallada a su delgado torso y brazos, lleva pantalones de mezclilla deslavada, un par raro de zapatos negros y una mochila vieja de gamuza color marrón colgando de su hombro—, si que te toma un tiempo ponerte lindo, ¿eh?
—¿Qué haces aquí?
—¿No es obvio? —cuestiona el pelinegro balanceándose un poco— estoy esperándote para ir a la escuela.
—¿Por qué? —pregunta el pelirrojo con incredulidad.
—¿Por qué no? —dice el niño más alto encogiéndose de hombros con despreocupación.
—Como sea —murmura Bill poniendo los ojos en blanco, esquiva a Jeffrey y sale del jardín comenzando a caminar en dirección a la escuela.
—¿Por que siempre estas de mal humor, Bill? —le cuestiona el niño mas alto tan pronto como le alcanza.
—Que te importa. —responde el pelirrojo irritado.
—Correcto. —escucha murmurar al pelinegro detrás de él.
Caminan en silencio a partir de entonces, el pelinegro le sigue unos pasos por detrás a su propio ritmo y sin tener la intención de alcanzarle. Tan pronto como entran al edificio corren por los pasillos vacíos hasta el salón donde ambos comparten la primera clase del día. El profesor les deja entrar en cuanto los observa de pie en la puerta, Bill se dirige a la ultima fila vacía que esta pegada a la puerta coloca su mochila en uno de los pupitres y se sienta en el contiguo. Al otro extremo del salón "los amigos" del pelinegro le hacen señas para que ocupe el asiento que ellos aparentemente han reservado para el, le da una mirada por el rabillo del ojo a Bill mientras camina hacia ellos.
El pelirrojo desvía la mirada y se dispone a garabatear palabras al azar en las hojas blancas de su cuaderno tratando de despejar la emoción que se aloja en su pecho. Siente el movimiento a su lado en el pupitre donde había colocado su mochila con anterioridad, levanta la vista listo para reclamar pero las palabras se le atascan en la lengua tan pronto como ve a Jeffrey sonriéndole mientras coloca las mochilas de ambos en otro asiento y ocupa el contiguo al pelirrojo.
—Deje esto en el estante de allá. —le dice en voz baja mientras le muestra la cajetilla de cigarrillos en su bolsillo al otro niño.
Bill dirige su mirada hacia el otro extremo del salón y ve que todos los observan fijamente, vuelve la vista hacia el pelinegro para ver si él se ha percatado de lo mismo, pero lo encuentra viendo con atención al pizarrón mientras garabatea desordenadamente oraciones al azar que el profesor recita con monotonía.
A lo largo de la mañana Bill se sorprende de saber que ambos comparten todas las clases, el pelinegro no dice nada, camina su lado y se desliza en el asiento junto al pelirrojo en todas las clases, le extiende caramelos duros de sabor naranja por lo bajo cuando Bill cree que va a dormirse, y en la clase de ciencias desvía el hombro ligeramente cada dos minutos para que el pelirrojo pueda copiar las respuestas del examen sorpresa que la profesora había estado muy feliz de anunciarles apenas entraron.
Se separan cuando empieza la hora del almuerzo, Bill va corriendo al baño, cuando se dirige a la cafetería con la bandeja de su almuerzo en las manos, encuentra al pelinegro ocupando la mesa que Bill había reservado para si mismo, los amigos del pelinegro ocupan los otros asientos y las mesas al rededor están ocupadas con chicos que desvían su atención cada tanto a la mesa que el pelinegro ocupa. Ignorando el deseo de huir, Bill se dirige a la mesa que había llegado a considerar suya desde los últimos tres años, tan pronto como el pelinegro repara en su presencia lo llama a su lado y se desliza en su asiento haciendo un espacio para Bill a su lado. El pelirrojo ocupa el espacio con los hombros tensos y sintiendo las miradas de todos sobre si mismo, mantiene la vista gacha y fija en su bandeja pero es incapaz de comer, sintiendo la tensión previa a una pelea en la mesa, se mantiene tan alerta como puede.
Sin embargo, toda la anticipación que había estado acumulando se desvanece cuando el pelinegro desvía la atención maldiciendo la comida de la cafetería en voz alta, ansiosos por complacer los demás comienzan a hacer bromas y a empujarse con los hombros unos a otros en torno al pelinegro.
Jeffrey saca un par de sándwiches de su mochila y le tiende uno a Bill sonriéndole de lado, el pelirrojo lo acepta ignorando la comida de mal aspecto en su bandeja y masticando felizmente el pan con tomate y queso que esta bastante seguro que el pelinegro preparo.
Cuando el final de las clases llega Jeffrey se escabulle del grupo que lo persigue y comienza a caminar junto a Bill.
—¿Cuál es el plan ahora, Bill? —cuestiona entusiasta el pelinegro tan pronto como alcanza al pelirrojo.
—Ir a la iglesia. —responde Bill girándose para verlo, el pelinegro se detiene y arruga la nariz— Dijiste que me acompañarías, ¿lo recuerdas?
—Lo hago —dice con un suspiro de resignación mientras reanuda su andar menos enérgico ahora— ¿a qué hora es tu ensayo o lo que sea?
—Ahora. —repone Bill y acelera el paso al recordar que su padre ya debe estar esperándolo.
—¿Ahora? —cuestiona el pelinegro acelerando el paso también tratando de igualar al pelirrojo mas pequeño— ¿Cómo ahora mismo?
—Sí.
—De acuerdo. —concluye el pelinegro caminado a su lado, el pelirrojo se muerde el interior de la mejilla se gira un poco para ver al pelinegro.
—No tienes que hacerlo si no quieres Jeffrey, eres libre de irte.
—Pero yo quiero.
—¿En serio? —pregunta dubitativo.
—Por supuesto. —responde el pelinegro— ¿Tu padre estará allí?
—Sí, siempre esta los miércoles y los viernes a esta hora.
—Bien.
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𝗰𝗵𝗲𝗿𝗿𝘆; izzaxl.
Fanfiction"se abrió paso a través de un paquete de cigarrillos baratos, licor fuerte mezclado con un poco de intelecto y a todo mundo parecía agradarle una cara tan linda en un lindo cuello. me esta volviendo loco pero me gusta, a mi me gusta" kiwi || h.s.