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Jeff se despertó temprano, los rayos del sol eran apenas reflejos de un blanco frío aferrándose a un amarillo casi transparente en la pared naranja de su cuarto.

Cerró los ojos tratando de volver a dormir, y resopló fastidiado cuando los músculos y huesos de su costado derecho protestaron, cansados de su postura torcida. Se giró envolviéndose hasta la cabeza con la sábana, decidido a dormir, pero volvió a abrir los ojos con un gruñido, entonces pateó un par de veces, tratando de arrastrar su cuerpo por el colchón a una posición más cómoda, sin embargo terminó de bruces en el suelo con las extremidades revueltas entre las sábanas, los pantalones que había usado ayer y sus calcetines.

Resignado se levantó del suelo, volteó al reloj en su mesa de noche; eran las 7:15 de la mañana. Se apartó el cabello del rostro de un manotazo.

Apreciando frente a su ventana a la luz atravesar la superficie esponjosa de las nubes, encendió un cigarrillo. Lo fumó mientras veía adolescentes, niños y padres caminar en fila por los caminos de asfalto con las mochilas colgando de sus hombros y los antebrazos cargados de libros.

Se giró para sostener un concurso de miradas con la mochila empolvada que descansaba a los pies de su cama, bajo sus zapatos. Era evidente que no podría volver a dormir, y no quería pasar el día encerrado en su casa. Podría ir a tomar algo por ahí, visitar un par de tiendas en la ciudad contigua, ir al lago, podría hacer cualquier cosa, pero Bill está en la escuela, recordó. En realidad fue toda la resolución que necesitó para arrojar el cigarrillo al cenicero y acercarse a sacar unos pantalones que se encontraban, como la mayoría de sus cosas, debajo de la cama. Saltó en ellos comprobando que no fuera demasiado tarde, deseando toparse a Bill a mitad del camino como hicieron costumbre desde los primeros días.

Sonrió recordando al escuálido pelirrojo siempre refunfuñando, sin alejarse demasiado pero sin permitirle caminar a su lado.

Tomó la cajetilla de cigarros que estaba a un lado del reloj, el encendedor, un par de monedas y lo guardo todo en sus bolsillos, levantó la mochila del suelo y le dio un par de palmadas tratando de difuminar las manchas de mugre con los patrones de la suela de sus tenis, y bajó corriendo las escaleras. Se detuvo en la cocina, preparó un par de sandwiches, estando bien guardados en su mochila, salió azotando la puerta detrás de él.

Jeff se detuvo jadeando y se apoyó sobre sus rodillas una vez que llegó al punto del camino donde solía interceptar a Bill, los transeúntes lo evitaban mientras seguían caminando hacia su destino. Recargándose en una roca que bordeaba el camino cerró los ojos, todavía sin aliento, debe ser culpa de los cigarrillos, se burló mientras encendía uno.

La gente iba y venía, muchos murmuraban al pasar a su lado y otros cuantos lo observaban de arriba abajo sin una pizca de vergüenza, les sonrió burlón a todos, encontrando el asunto totalmente entretenido mientras esperaba por su amigo.

Arrojó la colilla del cigarro debajo de la suela de su zapato cuando se consumió completamente, un par de niños pequeños colgaban de los brazos de su madre corriendo en un par de tacones rosados, exclamando lo tarde que era. Frunció el ceño ante la ausencia de Bailey. Levantándose sobre las puntas de sus pies estiró el cuello, tratando de vislumbrar la silueta pequeña que había memorizado a lo lejos, pero todo era verde opaco.

Sin más que hacer, emprendió camino hasta la escuela, volviendo la cabeza de vez en cuando solo para asegurarse de que Bill no venía corriendo desesperado porque se quedó dormido.

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⏰ Última actualización: Feb 27 ⏰

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𝗰𝗵𝗲𝗿𝗿𝘆; izzaxl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora