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Bill sabe que a estas alturas no debería sorprenderse por el efecto que Jeffrey parece tener en las personas, sin embargo, todavía le es inevitable cuestionarse cómo carajos lo hace.

Tan pronto como habían llegado a la iglesia, Jeffrey había detenido al pelirrojo en el umbral de la puerta, y una vez que  había visualizado a su padre en el rincón más alejado del cuarto atemorizando a el resto de los niños, se había acercado a él, y le había dado un saludo caluroso. El pelirrojo los había visto intercambiar algunas palabras, luego de eso el padre de Bill lo había observado unos minutos por encima del hombro del pelinegro y finalmente, devolviendo la vista a Jeffrey, había asentido antes de darse la vuelta y continuar con su labor.

En ese momento el otro niño se había dado la vuelta también y había caminado hacia él.

—Vamos Billy, le prometí a tu padre que estarías de regreso en casa antes de la hora de la cena.

Había dicho el niño pelinegro antes de tomar su muñeca y arrastrarlo por los pasillos angostos del edificio hasta que ambos regresaron a la calle Bill se detiene en el umbral de la puerta aún temeroso de que su padre pueda perseguirlo por haber abandonado el salón de esa forma y observa todavía dudoso y sorprendido a Jeffrey quien lo espera ansiosamente unos pasos por delante.

—Vamos, Billy. No hay de que preocuparse yo mismo hable con tu padre, tu lo viste. Podemos saltarnos esta reunión del coro sin problemas, ¿esta bien?
—Es un ensayo, no una reunión. Y de todos modos ¿qué diablos le dijiste para que accediera? Y más importante ¿por qué demonios lo hiciste sin avisarme?

El otro niño se ríe abiertamente y por un minuto, Bill, distrayendose de su pequeño ataque de ira, piensa que esa risa suena tan musical como los acordes de las guitarras que les llegan desde dentro del edificio.

—Jesús, Billy, uno pensaría que con tantas maldiciones estarías tratando de invocar al diablo. —Le dice negando con la cabeza en un gesto de falsa desaprobación— Salgamos de aquí, y te lo contaré todo, lo prometo.

Dicho eso toma a el pequeño pelirrojo de la muñeca nuevamente y lo arrastra por las aceras calle abajo, hasta que llegan a un pequeño campo despejado que divide a la comunidad dos partes, únicamente conectadas por el camino trazado justo al centro, el mismo que lleva a la casa del pelirrojo y a la casa del pelinegro y algunas otras viviendas esparcidas al azar del otro lado de los campos de maíz.

Jeff se detiene a mitad del camino, y aún sin soltar le muñeca de Bill lo observa antes de murmurar un "vamos" y avanzar desviándose a la izquierda del camino. Bill sabe a donde conduce la desviación que tan poco concurrida como es, apenas y deja huella sobre la hierba verde y hosca que crece en los contornos pavimentados del camino.

Una vez que han llegado al lago Jeffrey suelta su muñeca para deslizar la mochila de sus hombros y dejarla caer en cualquiera de las grandes rocas blanquecinas que bordean el lago. 

Las ramas vigorosas de un árbol grande se extienden sobre una de las orillas del lago y sobre algunas rocas, que es a donde Jeffrey parece dirigirse.

Bill aún recuerda la última vez que había estado ahí, aun había vacaciones y sus padres lo habían dejado solo junto con sus dos hermanos pequeños, el pelirrojo estaba aburrido y sus hermanos querían jugar afuera, en ese momento llevarlos al lago había resultado atractivo, no había contado con que su hermana terminaría en el fondo del lago de donde su padre había tenido que sacarla, el castigo que vino después le dejó la espalda destrozada y la advertencia explícita de no volver a acercarse a ese lugar, y Bill que apenas y había podido moverse en esas semanas no había podido hacer mucho.

—¿Estas bien, Billy? —le cuestiona el pelinegro que se encuentra en una de las rocas vaciando el contenido de su mochila. Los rayos dorados que se cuelan a través de los parches verdosos del techo improvisado le iluminan la mitad del rostro mientras dispone lo que sea que había en su mochila sobre la supercicie desigual.

Bill no responde pero camina en silencio hasta donde se encuentra el niño más alto, imita sus acciones y deja su mochila en la superficie áspera y se sienta a su lado.

El pelinegro ha sacado de su mochila sandwiches envueltos en bolsas de plástico, una bolsa de papas fritas de alguna marca que el pelirrojo desconoce, un par de latas de refresco de fresa y la radio pequeña que Bill había visto antes en la cocina del pelinegro.

—¿Quieres hacer los honores, Billy? —dice Jeffrey entregándole la radio al pelirrojo quien la enciende y gira uno de los controles hasta que en alguna de las estaciones se encuentra algo de Blue Öyster Cult entonces Sinful Love suena de fondo.
—Buena elección, cherry, sabía que no me había equivocado al entregarte mi corazón —dice el pelinegro acostandose boca arriba sobre la piedra con ambos brazos detrás de su cabeza. El pelirrojo pone los ojos en blanco y se cruza de brazos.
—¿Por qué haces todo esto?
—Ya te lo dije; quiero ser tu amigo.
—¿Por qué?
—¿Por qué no? —se burla el pelinegro, el otro niño no responde pero se mantiene observándolo esperando más, Jeffrey suspira y vuelve a sentarse tan derecho como puede—. Escucha tu y yo, los dos somos miserables en este lugar tu estas solo todo el tiempo, tenemos los mismos gustos, tu familia apesta y esta jodida, pero tu no; quiero hacer tu vida menos miserable y la mía menos aburrida... Además eres bonito, entonces, tu dime ¿por qué no?

Bill no responde, lo observa unos segundos antes de levantarse y tomar su mochila, da un salto de la piedra y comienza a caminar de regreso al camino. Jeffrey lo sigue en cuanto se percata de sus intenciones de irse y toma su muñeca para detenerlo.

—¿A dónde vas?
—No necesito tu lástima. —dice entre dientes zafando su muñeca del agarre del otro niño. La cara del pelinegro cae entonces, pero Bill no se detiene y reanuda su camino.
—¿Qué? —dice Jeffrey yendo detrás de él— Bill eso no es lo que-
Trata de hablar pero el pelirrojo no lo permite, se gira y lo interrumpe a media oración.
—No necesito que me rescates de mi vida miserable, Isbell. No voy a ser tu obra de caridad. Búscate otro maldito pasatiempo y dejame en paz.

Vuelve a girarse y está vez el pelinegro no lo detiene.  

𝗰𝗵𝗲𝗿𝗿𝘆; izzaxl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora