chpt. 11.

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Jeffrey se aferró tan fuerte como pudo al cuerpo de Bill entre sus brazos.

El pelirrojo seguía sollozando sobre su hombro y cuando intentó separarse para hablarle, este únicamente se aferró aún más a su torso.

—Está bien, Bill. Está bien. —el muchacho con el delineador corrido repitió una y otra vez con los labios apoyados sobre el cabello de su amigo.

Pasaron algunos minutos más antes de que Bill finalmente aflojara su agarre sobre el delgado torso de su amigo. Con la mirada en el suelo mientras enjugaba sus mejillas húmedas se separó un par de pasos de él sin decir una sola palabra.

Jeffrey trató de buscar su mirada un par de veces y rió suavemente cuando se dio cuenta de que Bill no parecía no tener intenciones de dirigirle la mirada en un buen rato.

Lo abrazó por los hombros y hablando despreocupadamente del cielo y el libro sobre constelaciones que había leído cuando tenía siete años comenzó a guiarlo por las calles oscuras de Lafayette hasta su hogar.

Encontraron a su madre en la entrada de su casa sosteniendo un cigarrillo entre sus dedos de forma ansiosa. Ella y Jeffrey compartieron una mirada por encima de la cabeza de Bill quien no parecía capaz de levantar la cabeza ni la mirada incluso si lo quisiera. Sonja retrocedió observando al pelirrojo, le dedicó una mirada un poco más severa a su hijo y luego desapareció por el pasillo en dirección a la cocina.

Jeffrey suspiró audiblemente y apretó sus labios sobre la cabeza de su mejor amigo una vez más mientras lo guiaba hasta su habitación. Con cuidado lo ayudó a meterse bajo las sábanas de su cama, esperó a que cerrara los ojos, apagó las luces y finalmente salió de la habitación.

Cuando llegó a la cocina Sonja estaba apoyada contra el refrigerador con los brazos cruzados y un cigarrillo entre los labios, sintió su mirada sobre él mientras tomaba asiento en una de las sillas que se apoyaban contra la pared y finalmente la observó esperando a que comenzara con lo que sea que tuviera para decirle.

—El padre de Bill estuvo aquí.

—¿Ah sí? —repuso Jeffrey con desinterés.

—Estaba buscándolo, dijo que salió de su casa sin permiso hacía algunas horas y que estaba muy preocupado. —dijo la mujer de aspecto cansado mientras guiaba el cigarrillo hasta sus labios una vez más.

—Claro.

—Jeffrey...—comenzó, esta vez con tono de advertencia en la voz que hasta ahora le había hablado sin denotar emociones más allá del cansancio habitual.

—Lo siento, pero no sé qué es lo que quieres que te diga. Bill, lo viste, viste su mejilla, viste cómo estaba. El imbécil solo lo busca para poder llevarlo a casa y molerlo a golpes otra vez. Como si fuera su maldito hobbie. —dijo observándola con un enojo que no iba dirigido a ella pero que se precipitó en el momento en el que comenzó la charla.

—Jeffrey, ese realmente no es tu problema. —sentenció a su hijo con severidad.

—¿Qué? —cuestionó con incredulidad.

—Escucha-

—No. No. Bill es mi mejor amigo, tiene quince y su padre lo sigue golpeando hasta el cansancio, su madre es como un maldito maniquí que ni siquiera lo mira y-

—Jeffrey, créeme que lo sé, ¿De acuerdo? —dijo acercándose hasta donde se encontraba el muchacho con el rostro abatido y el cabello revuelto—. De verdad lo entiendo, pero no quiero que te metas en problemas ¿Sí? Ese hombre claramente sabe que Bill se junta contigo, estuvo aquí insinuando que tú eres el responsable del comportamiento de su hijo, y me han contado que anda por ahí diciendo que eres una mala influencia para todos. Jeff, no quiero que trate de hacerte nada-

𝗰𝗵𝗲𝗿𝗿𝘆; izzaxl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora