chpt. 12.

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    La próxima vez que Bill fue realmente consciente de sí mismo estaba en la cama de Jeffrey quien bastante perdido en un sueño resoplaba contra la parte posterior de su cabeza.

Entrecerró los ojos tratando de acostumbrarse al resplandor ambarino que se colaba entre la tela suave y traslúcida de las cortinas. Se giró hasta quedar de frente al pelinegro y aún con los brazos de este envueltos alrededor de su cuerpo se acurruco debajo de su cuello, cerró los ojos y lo respiró como nunca antes se lo había permitido.

—Es bueno saber que te agrado lo suficiente como para no ahorcarme mientras duermo. —dijo de pronto Jeffrey con la voz pastosa y en un tono más grave que el habitual.

—Realmente lo estoy pensando ahora, resultas más agradable cuando estás dormido. —repuso Bill poniendo los ojos en blanco pero inconscientemente sonriendo al mismo tiempo.

—Gracias, yo creo que eres lindo siempre, Billy. —el pelirrojo se acurrucó aún más sobre el cuerpo de su amigo sintiendo las vibraciones de su voz a través de su pecho mientras continuaba hablando cosas sin sentido.

La calidez del cuerpo de Jeffrey, el rítmico bombeo de su corazón y la melodía calma de su voz debieron provocar que se quedara dormido una vez más sobre su delgado cuerpo porque la voz de Sonja y la alteración del cuerpo del pelinegro no eran algo de lo que se había percatado hasta que la escuchó una frase incompleta y el impacto de la puerta contra el marco.

Sintió a Jeffrey suspirar y entonces se incorporó para observarlo.

—Tu mamá no me quiere aquí.

—¿Qué? pero Bill, como puedes pensar eso mi mamá te adora y-

—La escuché, Jeffrey. —lo interrumpió separándose por completo de su cuerpo y sentándose en la orilla de la cama para ver al pelinegro a los ojos.

—¿Qué tanto escuchaste? —cuestionó después de suspirar audiblemente.

—Lo suficiente como para entender que no me quiere aquí.

—No es así. —aseguró tratando de acercarse al pelirrojo.

—¿Sabes?, realmente creo que debería irme. —se puso de pie y comenzó buscar el par derecho de su calzado y sus calcetines.

—Bill, no, espera...—se levantó detrás de él tratando de alcanzarlo.

—No, está bien, de verdad. De todos modos en algún momento tengo que regresar a mi casa y si me quedo más tiempo solo te estaré metiendo en más problemas y- —dijo finalmente calzándose los zapatos y enderezándose para observar a su amigo.

—Bill, no es así... no es lo que crees. —suspiró una vez más pasándose una mano por el cabello pelinegro que le caía desordenado sobre los ojos.

—Lo entiendo, Jeff. Yo también trataría de estar lo más lejos posible de  mi... problemática familia si pudiera. —dijo advertido de que era lo que la mayoría de sus compañeros pensaba. Los niños se dan cuenta de esas cosas, los adultos también, pero para ellos es más sencillo pretender que el pastor local era un buen hombre con un amoroso hogar.

—Mi mamá te quiere. Simplemente es algo sobreprotectora conmigo. –aseguró sin saber que tan efectivas podrían resultar esas palabras vagas a su amigo.

—No necesitas mentir para hacerme sentir mejor, en serio.

—¡No estoy mintiendo! —aseguró—. Es solo que ella, bueno, ella tiene sus razones.

—Entonces... ¿Cuáles  son, Jeff? —le cuestionó tratando de entenderlo. Realmente creía que su amigo solo estaba buscando una justificación que resultara lo suficientemente creíble como para evitarle las lágrimas, pero poco sabía que en el corazón del chico de nariz alargada no había propósito de mentirle.

𝗰𝗵𝗲𝗿𝗿𝘆; izzaxl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora