chpt. 6

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hay algunas advertencias para este capítulo, sin embargo no sé como señalarlas :/, solo lea con precaución(?








Bill debería haberlo visto venir, se había vuelto descuidado, había bajado la guardia, había olvidado por un momento quién era y de dónde venía.

Lo que había sucedido en consecuencia no debería haberlo tomado desprevenido, y no debería haber sucedido en un principio.

—¿Cuántas veces, Bill? ¿eh? ¿Cuántas malditas veces tenemos que hacer esto? —dice su padre lo suficientemente fuerte como para que su voz se escuche por encima del plástico que golpea con violencia la pared de su recamara— ¿Cuál es la maldita parte que no entiendes, acaso eres retrasado? —cuando finalmente parece satisfecho con el tamaño de las pequeñas piezas de plástico blanco que se acumulan en el piso se gira hacia el con el rostro rojo por el esfuerzo y se inclina sobre su lugar en el piso— ¿es eso?¿De verdad eres así de estupido? Por supuesto que si, pero escucha esto retrasado, escuchame muy bien; no quiero ¿me estas escuchando?, no quiero volver a encontrara una porquería de esas en mi casa. Esos malditos adictos maricones no harán nada por ti, ¿quieres ser como ellos? ¿Quieres ir al maldito infierno, Bruce? Porque ahí es donde irán esos adictos, Bruce. Dime, ¿eso es lo que quieres?

El pelirrojo se niega a observarlo con las rodillas pegadas a su pecho y la espalda encorvada en la pared, sus uñas se clavan con fuerza en la mezclilla desgastada que cubre sus tobillos y su boca está sellada en una dolorosa línea recta que no hace nada por ocultar el temblor violento de su rostro. 

El fuerte golpe que impacta la pared encima de su cabeza elimina toda su determinación, su boca se abre en un pequeño sollozo ahogado mientras observa a su padre mirarlo con aparente ira contenida:

—Si te hago una pregunta, espero que respondas. Respóndeme. ¿Quieres ir al maldito infierno, Bruce?
—N-no, señor.
—Eso pensé. —responde satisfecho con la respuesta temblorosa del pequeño pelirrojo— Levántate de ahí y limpia ese basurero, chico, o la próxima vez vendré por ti sabes que no juego.—dice antes de girarse y encontrara a la hermana pequeña del pelirrojo observar por la puerta entreabierta, sus pequeñas manos se aferran a la perilla y al oso de felpa bajo su brazo de manera dolorosa mientras observa a Bill abiertamente— ¿Qué demonios haces ahí, largo. Dije largo, ¿Eres estúpida como el retrasado de tu hermano, niña? —le grita mientras la niña sigue observando a Bill y retrocede un par de pasos, finalmente observa a su padre que ahora se acerca a la puerta con violencia, sus ojos se abren con miedo y retrocede cerrando la puerta tan fuerte como puede— Eso pensé.

Cuando finalmente su padre sale de la habitación dando un portazo y lo escucha bajar las escaleras, Bill se permite derrumbarse sobre sí mismo sollozando sin poder evitarlo, los sollozos estaban ahogados en su garganta y cada respiración dolía más que la anterior.

Durante un tiempo había aprendido a ser indiferente, la práctica le había enseñado a su mente a aislarse del dolor, y cada que una paliza pasaba, Bill sabía que llorar por esa tontería sería ridículo. Sin embargo hoy las lágrimas picaban en las comisuras de sus ojos desde que entró a su casa, antes de la paliza de ese día.

Bill se obliga a sí mismo a recoger los fragmentos de plástico blanco y a tirarlos a la basura derramando más lágrimas. Pasa el dorso de su mano furiosamente por sus mejillas húmedas molesto consigo mismo por su debilidad y siseando por el dolor palpitante que provoca en su pómulo derecho.

Cuando termina, se encuentra de pie en el centro de la habitación su gatito sale de su escondite bajo la cómoda y corre en su dirección, Bill lo recoge en sus brazos y su mascota se acurruca ronroneando levemente. El gesto provoca que nuevas lágrimas se acumulen en las esquinas de sus ojos, pero Bill se obliga a sí mismo a retenerlas. Deja a su gato sobre la cama y sale de su habitación para buscar el alimento para gato que guarda en uno de los muebles de la cocina. Cuando llega a la sala de estar se encuentra con su padre dormido en una silla en el pasillo y a su madre viendo la televisión con el volumen bajo, Bill esta vez no se detiene y ella no lo llama, regresa a la habitación con alimento y un plato, lo llena y una vez que su mascota devora felizmente la comida, suspira arrastra sus pasos hasta su cama y se deja caer, no se molesta en apagar las luces o ponerse su pijama, cierra los ojos y se duerme.

𝗰𝗵𝗲𝗿𝗿𝘆; izzaxl.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora