Capítulo 11

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Una sensación extrañamente agradable provocaba un cosquilleo en cada parte de mi cuerpo al despertarme junto al chico del que estaba enamorada.
Su brazo posado en mi cadera mientras una fina manta nos cubría el cuerpo.
No pude evitar sonreír al verlo dormido.

Las mujeres al despertarnos, al contrario que los hombres, somos un horror con patas, luego a lo largo del día mejoramos en algunos puntos de vista.

Me levanté procurando no moverlo para que no se despertara.

No quería que me viera con esas pintas de recién levantada.

Me preocupaba ligeramente que se desencantara conmigo.

Me vestí sin hacer ruido y en el baño saqué de mi bolso algo del maquillaje que tenía y un peine.

Al estar arreglada, salí del baño encontrándome con que Hugo seguía durmiendo, teníamos que ir al instituto, la verdad era que no me apetecía ir, pero si alguno de los gemelos veían a Alana y a mí no.

- Hugo, hay que ir al instituto. - Hablé mientras me sentaba en la cama mirándolo con una sonrisa de lado, él suspiró y metió la cabeza debajo de la almohada.
- No seas crío.
- No seas mi madre. - Reprochó él, rodé los ojos y me levanté.
- Tengo 4 hermanos, como te tenga que levantar yo de la cama vuelas por la ventana. - Dije dejando caer aquella sutil amenaza, me alejé de la cama yendo a la cocina escuchando en el trayecto los reproches de mi muy "maduro" novio.

Hice el desayuno para ambos y serví en ambos platos las tortitas que había intentado elaborar lo mejor posible.
No sé cuándo se había levantado pero si sé que casi me da un infarto al notar derrepente su aliento chocando contra mi nuca.
No estaba acostumbrada a que alguien fuera silencioso y menos un chico.

- Huelen bien. - Piropeó a mis tortitas chamuscadas.
- Mientras no nos intoxiquen a mí me valen. - Contesté irónica con una sonrisa.

Mientras desayunabamos, no podía evitar mirarlo, esa mirada me había atrapado como anzuelo a un pececillo.

Fuimos al instituto en su moto, trayecto que la verdad se me hizo poco agradable.

Hugo conducía sin precaución alguna, no sabía si su finalidad era demostrarme algo o mostrarme lo, pero me apunto para un futuro no subir con él a la moto a no ser que sea necesario y este en todas sus condiciones mentales.
Almenos las que tiene de normal.

Entré a clase de matemáticas dejando atrás a Hugo que se había ido al baño con dos amigos suyos.
No quería saber en qué cosas estaba metido, no lo necesitaba de momento.

- ¿Miller qué horas son estas? -- Preguntó la señora Brown con un tono elevado, suspiré negando mientras me sentaba en mi sitio habitual.
El pequeño detalle de que Alana no estaba a mi lado si no con otra chica de clase me hizo mirar a la profesora.
- La señorita Baker se sentará a partir de ahora con alguien que no influencie sus estudios. -- Informó la vieja, iba a rechistar cuando una chica entró por la puerta.
No suelo ser muy observadora, pero ella tenía la sensación de que era nueva por qué no me sonaba de nada.
Una mueca se formó en mi rostro mientras veía caminar a la rubia por la clase con la mirada de todos.
No sabía en qué momento había salido y entrado la profesora Brown, pero hay estaba, presentándose ante aquella nueva chica.

- Así que tú eres la chica de Londres... Bueno, espero que puedas seguirnos el nivel, siéntate al fondo con Miller. - Sentenció la vieja dejándome con cara de espanto.
La señora Brown señaló en mi dirección para que la rubia me identificará y comenzó a explicar la clase sin siquiera decir cómo se llamaba la chica nueva.

No tardó en coger asiento a mi lado, pensé en hacer los ejercicios para poder olvidarme de la existencia de la chica de al lado.
El problema era que no entendía absolutamente nada.
No recordaba la frustración que las mates me hacían pasar hasta después de ver mi cuaderno lleno de tachones y estar mordiendo mi labio como si eso ayudará en algo.
- ¿Necesitas ayuda con eso? -- Habló señalando mi cuaderno.
- No. - Contesté de malas maneras ofuscada por las puñeteras mates.
La vi mantenerse en su sitio, creía que habría terminado la conversación, pero no tardó en estirarse y empezar a escribir en mi cuaderno.
- ¿Que se supone que haces? -- Pregunté borde con el enfado subiendo de nivel y una mueca de fastidio en el rostro.
- Arreglarlo.
Iba a matarla, por un momento se me olvidó que estábamos en clase y mi mano aplastando su cabeza contra la mesa era una imagen que me vino a la cabeza.

- Miller, sal. -- Interrumpió la señora Brown, la verdad, prefiriría tener que salir fuera de clase a tener que ir a la pizarra.
Mire a la rubia sentada a mi lado de forma rápida pidiendo socorro.
No podía permitirme ser expulsada hoy, Mike había venido a hablar con el director y no quería estar castigada.

Vi como mi nueva compañera de sitio cambiaba de forma rápida su hoja por la mía.

Salí a la pizarra y sonreí al ver la ecuación bien echa y a la profesora con la boca abierta.
Toma esa vieja amargada.

Volví a mi sitio y sin mirarla dejé la hoja en su sitio y decidí hablar.

- Me llamó Orión no Miller, Miller es mi apellido. -- Expliqué, la profesora siempre me llamaba por mi apellido, tenía esa mala costumbre.
- ¿Orión? ¿Como la constelación?

En ese momento toda mi atención se fue a ella con un brillo en los ojos, esta chica no era una inculta.

- ¿Y tú?
- Soy Iris Graham. - Dijo con una sonrisa en los labios.
- Ambas tenemos nombres sobre el cielo.-- Pensé en voz alta con una sonrisa.

El resto de las clases me fijé en que no todas me tocaban con Iris y que Hugo no había vuelto del baño desde la entrada al instituto.

Al llegar la hora del almuerzo presenté a Iris a mis amigos y busqué a Hugo con la mirada, pero nada.
- El idiota de mi novio no está ahora, pero ya te lo presentaré. -- Hablé algo malhumorada por no saber su paradero, yo no era alguien celosa, pero en los líos que andaba metido Hugo me olían algo raro y que no viniera en todo el día ni a una sola clase, me levantó más sospechas.

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