"𝑬𝒙𝒑𝒍𝒐𝒕𝒂𝒓𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒉𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒒𝒖𝒆𝒅𝒆 𝒏𝒂𝒅𝒂 𝒑𝒐𝒓 𝒅𝒆𝒔𝒕𝒓𝒖𝒊𝒓"
Luego de una experiencia traumática, Isabella Magallanes regresa de su año de recuperacion a reintegrarse a su 4to año de preparatoria.
Al llegar sus a...
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"Menta y Canela" ꧁_________________________꧂
Este capítulo será narrado en tiempo pasado como si Isabella contara una historia.
Hace alrededor de un año y 10 meses lo conocí en una playa muy concurrida de la ciudad, como cosa rara, yo iba sola, sin escoltas y sin amigas.
Quise tener un momento de paz, respirar el aire cálido y purificarme después de haber tenido sexo con Evan hacia poco tiempo.
Ya no me sentía cómoda con esa relación, sabía que estaba mal y que debía acabar, pero cómo hacerlo si estábamos tan contentos con lo que habíamos creado.
Iba con un vestido blanco que bailaba con el viento y un gran sombrero de playa rosa, caminado sin rumbo contemplando el sol.
Vi una piedra que me gustó mucho y me agaché a recogerla cuando algo duro y contundente golpeó mi cara sin hacerme tanto daño como para derribarme.
Me levanté enojada y dejé caer la piedra con fuerza.
¿Qué clase de idiota se atreve a hacerme algo así?
Lo siguiente que hice fue limpiar mi vestido mientras refunfuñaba indignada, quien sea que lo hizo está en graves problemas.
Lo que no sabía es que la que estaba en grandes problemas era yo...
— Lo siento, no te vi— se disculpó tomando la pelota de voleibol que había azotado mi cara hace unos segundos.
Lo mire furiosa, nunca había mirado con tanta rabia a alguien y se me había pasado al instante en que mi iris azul chocó con la arena del suyo.
Unos ojos que nunca había visto antes, de echo jamás había visto un hombre como él, estaba vestido con shorts café claro y camisa blanca casi transparente, su cabello desordenado con rizos cafés y sonrisa encantadora.
Si pudiera describir como aquello que no conocía despertaba poco a poco en mí... Si tan solo pudiera... Explicar lo que sentí al verlo... Como si de toda la vida lo conociera... O como si de toda la vida me conociera él a mí...
— Da igual— fue lo único que le dije.
— Por favor, déjame disculparme como te mereces— me sonrío.
Me gustó que fuera tan caballero, nadie me había tratado así excepto mi papá, él era como sacado de un cuento en donde si existen los príncipes azules.
