Capítulo 19

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"Secretos que no pueden ser revelados o provocarían una muerte segura"

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Isabella

Eso de que la vida es una puta montaña rusa no puedes ser más cierto, literalmente todo se puede ir a la mierda con dos palabras.

Un día estás feliz cogiendo con un mecánico golpeado y al otro estás en el baño con tu amiga que no deja de llorar desesperadamente.

— Estoy embarazada, mañana tengo una cita en la clínica de abortos y necesito que vayas conmigo.

Las palabras de Alisa no salen ni por un segundo me mi mente, me toma trabajo procesar lo que dice y lo que conlleva lo que me pide.

En primer lugar, debo asegurarme de que lo que escuché fue cierto y no producto del estrés.

— ¿Cómo sabes?

Estúpida pregunta Isabella, perfecto.

— Pues lo típico, no llega Don Andrés, compras un test de embarazo y te sale positivo— aprieta los labios para no llorar.

Eso ya lo sé...

— Pero... ¿Tú siempre...? — me arrodillo frente a ella.

— ¿Me cuido? — le tiembla la voz y yo asiento— Pues te sorprenderá escuchar que los métodos no siempre funcionan, además, no usé condón.

Mierda...

Muchas dudas que no me deja pensar cuál es más importante preguntar hasta que llego finalmente a la más importante.

— ¿Quién es él padre? — arrugo las cejas.

Si me dice que no sabe estamos fritas, podría ser hasta el que lustra zapatos en la esquina.

— Eso no importa— se limpia las lágrimas.

O sea que si sabe.

— Si importa, quieres abortarlo, creo que por lo menos él debería saber, después de todo fue su pene— no pienso mis palabras.

— Isa, yo no puedo tener este hijo, no puedo hacerle esto a él, es casi un niño... — se calla de golpe.

— ¿De qué estás hablando Alisa? Has que se haga cargo...— estoy muy confundida y creo que no estoy siendo una ayuda.

— No me estás entendiendo Isa, si tengo a este bebé, arruinaré su vida y la mía, tengo 17 años, no puedo ser madre, ni siquiera soy responsable con mi cuerpo, no puedo cuidar un ser humano...— se agarra el cabello con los dedos.

No soy quién para juzgarla, ni siquiera tengo útero, lo que ella decida yo debo estar allí.

— Está bien, iré contigo, el chófer de Romina puede pasarnos a buscar y luego...

— Romina no lo sabrá jamás— me mira suplicante.

Nosotras no nos escondemos nada. Nos tenemos toda la confianza del mundo, somos como hermanas.

— ¿Por qué? Estoy segura de que ella también te va a apoyar, somos un equipo, estamos juntas en todo, te ayudaremos, sea cual sea lo que decidas, seremos madrinas o acompañantes, puedes contar con nosotras, la voy a ir a buscar...— me pongo de pie y le doy la espalda en dirección a la puerta.

— No puede saberlo, porque Min es el padre...— su voz me detiene por completo.

No no no no y no, imposible, totalmente imposible, no es cierto, claramente hay un error.

Dynamite (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora