Capítulo 9

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"El monarca no permite que lo pasen a llevar y las consecuencias de hacerlo son severas"

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No es necesaria su lectura.

Osvaldo

9:00 PM

— Y esas son nuestras propuestas, señor— me sonríe la mujer rubia teñida gerente de mi equipo de marketing.

Muy empresario seré, pero pasar más de 18 años con una diseñadora me enseñó a diferenciar el cabello natural y el teñido.

Respiro hondo sentado en mi silla de jefe.

— Amelia ¿Sabes hacemos como empresa?— le pregunto ladeando la cabeza— ¿Sabes a que nos dedicamos?

— Pues... Señor... Somos contratistas— le tiembla la voz

Asiento lentamente.

— Exacto— me levanto y rodeo el escritorio— Somos una empresa contratista, pero no cualquiera— me planto frente a ella— Somos la maldita empresa contratista más grande del estado.

Asiente sin dejar de tiritar. Es una mujer muy sexi, varias veces se me ha insinuado y obviamente siempre le he sido fiel mi mujer.

— ¿Enserio crees que necesitamos una mascota?— levanto una ceja.

Dirijo mi mirada hacia el dibujo de perro dálmata con traje de empresario.

— Pues... Ayuda a que el nombre de la empresa sea más... Llamativa para los niños...

— Ah ¿Y vamos a contratar niños? — la interrumpo— Fuera de aquí, hagan algo útil.

Salen todos a la velocidad de la luz sacando todo lo que trajeron para presentarme.

Me siento de mi silla de jefe y me volteo mirando a mi gran ventanal, el último piso de un edificio de 30 niveles completo para mí, soy la máxima autoridad aquí, es lo que cualquier persona en mi puesto se merece.

Puedo decir que soy un hombre bastante feliz, tengo una hermosa esposa y una hija muy fuerte, nuestra linda familia fue azotada por un error que lentamente estamos superando.

El sonido del teléfono me saca de mis pensamientos, lo tomo en mis manos y veo la foto de mi padre, Cesar Magallanes.

— Hola papá— contesto con la seriedad con la que nos hemos comunicado siempre.

— Hola Osvaldo ¿Cómo están? ¿Cómo está Isabelita? ¿Cómo está Evan?...

Sigue con la lista de preguntas que hace cada que llama, vive en Chile con mi madre, Irene Varas.

Tiene 60 años, es director de un hospital muy prestigioso en Puerto Natales, pagó toda la recuperación de mi hija.

— Estamos bien, Isabella también, fue de compras con sus amigas, Evan también está bien...— suspiro comenzando con la lista de preguntas que viene despues.

Es el hombre más soberbio y arrogante que conozco, gracias a eso logró ser un médico destacado de Chile.

— Dile a Isabelita que puede volver cuando quiera...— tose— Estaremos felices de recibirla.

— Gracias por la oferta papá, pero Blanca dijo que mientras más pronto volviera a su rutina más fácil sería seguir adelante.

Ellos también saben lo que le pasó a mi hija, Isabella no lo sabe, se moriría de la vergüenza.

Dynamite (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora