Elizabeth Hoffman
—No deberías tener en cuenta las palabras de ese tipo.
Miré a Trevor a los ojos con una sonrisa fingida. Pero, siendo honesta, no puedo seguir manteniendo los ánimos cuando ni siquiera sé adónde se encuentra Aren. El porqué todos se empeñan en no decirme lo qué ocurre y por último la odiosa presencia de ese chico, llamado Aiden, está arruinándolo todo.
Esto es una mierda.
—¿Adónde están Bennett y Félix?
Despegue la vista del hoyo que estaba haciendo con una rama para dirigir mi atención hacia él, ya que los otros dos no aparecieron durante el almuerzo.
—Elizabeth —guardó silencio, porque evadí el problema que tuvimos con Aiden—. Nada —concluyó, oprimiendo los labios antes de sentarse junto a mí.
—Entonces... ¿Sabes adónde están los demás?
Sé que debería afrontar los problemas que tengo, pero no poseo el valor para hacerlo y no deseo meterme en donde no me llaman. Además, no quiero hablar del tema porque me siento triste, no sé cómo volver a ser la de antes.
Sé que Aren siempre ha sido de pocas palabras y me molesta, de alguna forma, que no haya tenido el valor de confesar lo qué le estaba sucediendo.
Yo soy tu mejor amiga, ¿no?
Lanzo la ramita con rabia al campo de fútbol americano. A cambio, Trevor volteó hacia mí confundido por mi acción.
—Esta situación es una mierda —escupí, abofeteando el hombro de mi acompañante.
—Auch —se quejó fingiendo dolor, por lo que volví a golpearlo y esta vez con más fuerza—. ¿Y ese por qué?
—Por ser un idiota —respondí.
Oprimo los labios, sintiéndome frustrada, me aferro a mis piernas para atraerlas a mi pecho y ocultar mi rostro entre las rodillas porque mis ojos se han cristalizado.
Necesito encontrar la forma para saber lo qué está pasando o voy a enloquecer.
(...)
—¿No hay más preguntas?
Desde mi posición tengo el panorama de todo el salón y la suerte de compartir clase con Aiden, quien atento a su teléfono celular no ha levantado la vista para escuchar mi exposición de Egipto.
Luego de haberlo meditado una semana, llegué a la conclusión de acercarme a él con el objetivo de preguntarle sobre su presencia en la escuela o al menos tener el valor para hacerlo sin sentirme intimidada o culpable por la desaparición de Aren.
Después de todo, tengo el presentimiento de que Einar se involucró en esto. No por algo nos mudamos seguido cuando suceden hechos extraños a nuestro alrededor.
—Excelente presentación, Hoffman. Vuelve a tu asiento.
Una vez me senté, la comisura de mis labios se curvó en una sonrisa de satisfacción al contemplar cómo Aiden levantó la nota que dejé en su mesa cuando pase por ese lugar.
En el papel soy clara al trasmitir mi mensaje: "Necesito hablar contigo".
Puede que él tenga las respuestas que quiero escuchar o al menos una parte de ellas.
Debo confiar en mí.
Hay muchas dudas sobre mi posición respecto a lo sucedido días atrás, quiero decir, he oído rumores. Según las trillizas, mujeres licántropas apasionadas y preciosas, me comunicaron que la presencia de cazadores en la ciudad de los lobos se hizo más frecuente luego de lo que ocurrió con Aren. Eso solo incrementó mis dudas sobre el pasado de Einar, quiero decir, no por nada vivía huyendo. Esto es aún peor, me sedaron con el fin de llevarme, por fortuna, Aren estuvo ahí para impedirlo.
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Sangre de Lobo © BORRADOR
WerwolfEl sufrimiento de Aren no se detiene, ni mucho menos la oscuridad que rodea su cuerpo cada vez que es golpeado. Desde muy pequeño demostró ser alguien de pocas palabras, pero con un corazón bondadoso a pesar de lo vivido. El abuso que sufre a menudo...