Capítulo 16

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Narrador Omnisciente

—¡Chicos!

La vista de los tres mosqueteros la dejó sin aliento, ya que fue agotador haber corrido dos manzanas para alcanzarlos. Además, no es por nada, pero su altura no la beneficia porque sus piernas son odiosamente cortas o quizás sea su estatura deprimente, ni siquiera entiende cómo Félix, siendo el más bajo de sus tres amigos, les puede seguir el ritmo sin sudar siquiera un poquito.

En fin, licántropos. No lo entendería.

Suspiró.

—Son rápidos, por poco no los alcanzó —comentó divertida, tratando de recuperar el aliento bajo la atenta mirada de los jóvenes—. ¿Cuándo empezó hacer calor...? —inhaló con fuerza, porque la falta de aliento se hizo presente—. ¡Me voy a morir! —gritó desesperada.

—Estás respirando mal, Elizabeth —cuestionó con incredulidad, sabiendo que la chica lo está haciendo adrede.

El hombro de Félix es presionado por la mano de Elizabeth, quien levantó la cabeza al momento de dejar de fingir para empezar a respirar con normalidad.

¡Oh! He sido atrapada.

—Es fácil engañar a los demás, incluso es mucho más fácil pretender que tienes un estado lamentable. Sin embargo, jamás vas a poder engañar los sentidos de Félix. Él es un monstruo —confesó, el más alto, por lo que Elizabeth dirigió la mirada hacia él.

Los hombros de Félix se suben, restándole importancia a las palabras dichas por Trevor, quien rodeó sus orbes antes de hacer un ademán para empezar a caminar hacia la escuela.

—¡Eso es cierto!

Elizabeth arrugó la nariz cuando escuchó gritar a Bennett con tanta euforia, porque casi la dejó sorda.

—El Alfa y el Beta de una manada deben ser cercanos, ¿no es así? —cuestionó curiosa, fisgoneando en la mirada de los tres jóvenes a la hora de caminar delante de ellos, viéndolos con atención.

—En efecto —contestó—. No hagas eso, vas a tropezarte —retó Félix.

En cambio, la sonrisa de Lizzie deslumbró por ser juguetona.

—Claro que no —rechistó siendo desinteresada, girándose en el lugar para empezar a caminar con las manos detrás de la nuca—. Por cierto, no comprendo la situación, ¿tú y Aren no deberían ser cercanos? Es decir, Alfa y Beta, ¿no se supone que tendrían que ser amigos? —cuestionó siendo inconsciente.

La pregunta de la chica es más para sí misma debido al simple hecho de tratar de razonar lo que ha visto en la manada desde que es pequeña.

Es algo engorroso.

Asumió Lizzie, quien volteó siendo brusca quedando enfrente de los tres chicos.

—La familia de él... —se llevó una mano hacia el cuello, sintiendo una molestia—. ¿Cómo es estar en esa mansión...?

La pregunta tomó por sorpresa al trío de amigos que ven asombrados a la chica, quien se atrevió a plantarles cara con decisión. Y Lizzie por más que esté aterrada por la repuesta que pueda recibir, no tiene intenciones de detenerse en la entrada de la cueva de lobos feroces, la cual es peligrosa.

—No creo que estés preparada para saber toda la verdad, incluso si eres alguien cercana a Aren —murmuró a secas el joven de mirada oscura.

El semblante de Elizabeth se ve perturbado por las palabras de Trevor, quien se hizo cargo del peso de la responsabilidad.

—¿Quién lo dice? —refutó a la defensiva.

—No estás entendiendo a Trevor, Elizabeth.

La palabra es tomaba con rapidez por Bennett, quien, por primera vez, decidió responder con sinceridad a pesar de tener una expresión... que podría decirse es nostálgica.

Sangre de Lobo © BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora