Capítulo 01 | Lizzie

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Narrador Omnisciente

La razón de poder sentir nos echa a un abismo de emociones inconclusas.

—¿Mamá? —llamó.

Las imágenes provocaron que su corazón latiera con frenesí, paralizando el cuerpo.

No supo qué decir cuando se encontró con la mujer que le dio la vida tendida en el suelo. Y ver sangre esparcida por la habitación lo descompone porque esa situación, para un niño de siete años, es caótica. Al igual que oír sus quejidos de sufrimiento, de todos modos, él no puede hacer nada por más que quiera.

No obstante, aquel engorroso deseo que le exige tenderle la mano a la mujer que tiene delante se esfuma dentro de su corazón con mucha facilidad, porque sabe lo que vendrá a continuación luego de brindarle ayuda. Esa misma que será lanzada en cara días más tarde.

Él conoce de memoria la secuencia del abuso, no es de extrañar ver esos acontecimientos inhumanos en esas dos bestias. Por lo que, algo dentro de él le demanda que salga de ahí lo más pronto posible.

—Ven aquí, basura.

Sus ojos apagados no parecen demostrar emociones, pero por dentro se siente ahogado por los sentimientos que le golpean el pecho. Sin embargo, su corazón habla por sí solo. Las lágrimas abarcaron sus mejillas pálidas por el dolor, miedo y rabia, ya no puede seguir aceptando lo que su Luna ha elegido para él.

Tartamudeó, en un hilo de voz, por el sufrimiento que lo reprime debido a una molestia en la garganta, la misma duele y lo hace sentir como un «inútil».

—¿Qué mierda dijiste?

Se siente presionado por la situación; su alrededor; el pasado y el futuro que siguen perturbándolo, con las imágenes terribles de él siendo golpeado por esa mujer y ese hombre. Incluso ambos mayores, mamá y papá, se maltratan día y noche.

—Yo no... —musitó en un débil sollozo, observando sus zapatillas gastadas.

¿Por qué?

—¿Qué no puedes maldita basura? —gritó furiosa, denigrándolo.

Él se mordió el labio inferior con fuerza, tanta que se hizo daño a sí mismo y la sangre se mezcló con la saliva.

—¡Yo no quiero hacerlo!

Se rehusó a una orden que alguien más le ha exigido sin pedirle su opinión, sin cuestionarle qué es lo que él desea y, siendo algo asombroso, se siente confundido por la emoción que nace dentro de su cuerpo.

En ese momento, se desató una intensa guerra en el interior del niño, porque quien yacía destrozada en el suelo es la mujer que le ha dado la vida y él la ama. Pero también es la persona que lo azota sin piedad, sin importar cuantas veces le ruegue para que se detenga porque lo lastima.

Duele. Duele demasiado.

Se aferró a su brazo destrozado, ya que todavía está presente el vívido recuerdo del sonido de sus huesos al ser quebrados por ella. Lo había sujetado con tanto odio en la mañana que tuvo que aguantar el dolor y morderse los labios con el objetivo de no gritar, porque ella iba a enfadarse aún más.

—Ya verás, basura. Te voy a romper las piernas y no podrás caminar. No voy a tolerar ese llanto odioso que tienes, niño. Desearás no haber nacido.

Las palabras y acciones son poderosas, fuertes cuando se quedan grabadas en la memoria, porque ellas tienen el terrible poder de condicionar a las personas.

En otro lugar y al mismo tiempo.

Empezar de nuevo en una ciudad que es desconocida es incómodo para Lizzie, pero el sentimiento de inconformidad que yace en su mente desaparecerá cuando la costumbre se haga con ella.

Sangre de Lobo © BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora