Han pasado ocho años desde el famoso accidente que ocurrió en la ciudad, el cual fue una novedad porque le habían declarado la guerra a Adalsteinn.
A estas alturas, la vida para licántropos y humanos circulaba por el mismo camino de siempre, por su parte, los cazadores seguían siendo imparciales.
A diferencia de que esta vez había una dispuesta por el mando de la manada, específicamente, una guerra entre un padre y su hijo.
No era un secreto para muchos, pero desde esa noche en donde se derramó sangre de hombres lobos nacieron dos bandos; uno en el cual predomina el dominio de un jefe sanguinario y autoritario y, por el otro lado, la existencia de un joven Alfa dispuesto a romper las cadenas de ese hombre.
En cambio, los humanos y cazadores fueron hechos a un lado. Ellos no eran parte de la disputa, Adalsteinn y sobre todo Aren sabían a la perfección que no debían formar parte de la guerra o traerían más problemas.
En el transcurso de esos ocho años la vida pasó rápido para muchas personas. Aunque no se podría decir lo mismo de otras que siguieron arrastrando los pies porque fueron heridas.
No hubo un «adiós», tampoco una «disculpa» o un «perdón».
El remordimiento de saber que habría sido suficiente con confesarse habita en la mente de Aren, pero él también estaba siendo controlado por su lobo. ¿Qué podría haber hecho para cambiar la situación?
Sin embargo, es tarde porque no sirve de nada volver a intentarlo, en más de una ocasión trató de hablar con Elizabeth y en todas las oportunidades fue ignorado.
Y si decidió retroceder para no enterrar a la ciudad que lo trató como una mierda fue por la mujer de ojos azules. Ser rechazado lo aisló, pero también le dio un motivo para seguir de pie.
Sabía que ella no lo odiaba y está claro que tenía la opción de enojarse, reprocharle por qué se había ido. Él la entendía muy bien y no pensaba bajar los brazos para volver hablarle.
Ahora mismo, la ciudad se había poblado con el doble de sus habitantes y los Rogues de la prisión eran presionados por Aren. Ellos no tenían margen de error o pasarían a ser historia por las garras de su lobo. La seguridad de los ciudadanos también era importante para él, ya que su único objetivo era doblegar a las bestias que lo obligaron a arrodillarse en más de una oportunidad.
(...)
—¡Vamos a ser una ronda! —animó la mujer llamando a los niños—. ¡Pato, pato, ganzo!
Los pequeños gritaron emocionados corriendo hacia ella a fin de ser parte de la ronda en el parque.
Es una mañana hermosa para disfrutar del primer día de clases. Además, había notificado a los padres en el ingreso y como recibió el «sí» de todos, no pudo evitar estar tan emocionada.
Los niños aman los pícnics. Así que, se esforzó al máximo para que tuviesen una bienvenida amena.
—¡Maestra! ¡Una flor!
—Aquí, maestra. Mire esta mariposa.
—¡No! Esto es más increíble, ¡una mariquita!
—¡Qué dices!
—Ella es muy roja, ¡mamá tiene un vestido de ese color! —estalló con orgullo una niña poniendo las manos a cada lado de la cadera.
—¡Vaya! —gritaron al unísono viéndola.
Elizabeth esbozó una sonrisa adorando a los pequeños que se distraen con cualquier cosa. De hecho, se muere de amor por los gestos inocentes que suele ver a menudo.
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Sangre de Lobo © BORRADOR
Loup-garouEl sufrimiento de Aren no se detiene, ni mucho menos la oscuridad que rodea su cuerpo cada vez que es golpeado. Desde muy pequeño demostró ser alguien de pocas palabras, pero con un corazón bondadoso a pesar de lo vivido. El abuso que sufre a menudo...