Capítulo 18 - ¡Malnacida vida!

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La normalidad de mi vida la he recuperado, aunque bien dicen que cuando a uno le va bien, a otro no tanto, pero por algo pasan las cosas; tengo una nueva presa a quien torturar en casa durante mis descansos. Y no es que lo haga de verdad, solo tengo más oídos que me escuchan parlotear.

Por otra parte no he podido sacarme de la cabeza las palabras que mi padre dijo aquel día, y al saber que Isabel viajaría por un tiempo me hizo imaginar cómo será el día en que me tenga que despedir. Por lo tanto, trato de conversar con ella y pasar la mayor parte de mi tiempo libre, aunque me convierta en un fastidio muchas veces, amo que cada vez que hablamos me quede un nuevo recuerdo para atesorar.

Despedir a Isabel en el aeropuerto se sintió como si ya no nos fuéramos a volver a ver, y aunque los chicos dicen que soy una exagerada, no puedo sacar la idea que dentro de poco me estarán despidiendo a mí.

Solo será cuestión de probar si me adapto, sino nos devolvemos y no pasa nada. Amo tanto a Andruw, así como tengo tanto en esta ciudad.

Mis días siguen pasando con una normalidad tan sorprendente hasta que llega la carta del abogado donde dice que ya hay fecha para el juicio del maldito loco, solo desearía que lo encierren, pero solo es un deseo tonto ante la realidad de la ley de este país.

—¿Qué mierda hiciste Andruw?

Le timbro y no contesta su teléfono, empiezo a caminar por todo el hospital preguntando por él y nadie me da razón. Sigo en mi búsqueda mientras sigo llamándolo al teléfono, llego a su piso y cuando pregunto por él me dicen que salió por una emergencia; siento mi corazón acelerarse.

¿Qué putas pasó para que él salga por emergencia?

Mis días siguen pasando, así como lo días sin saber de Andruw.

Al parecer pidió unos días y simplemente desapareció.

Yo en cambio me estoy muriendo de los nervios por no saber de él, por lo que trato de enfocarme lo que más puedo en el hospital.

Una semana pasa e Isa está de vuelta, trato de estar bien o aparentar estarlo cuando estoy en casa, pero incluso Lucia luce preocupada por mí, evito hablar de cómo me siento y simplemente sonrío.

Trabajar de noche en un viernes donde solo me provoca salir a embriagarme y grítarle a la vida lo malnacida que es, es una injusticia de mierda.

Entro al hospital sin gana alguna, casi que, arrastrando el bolso junto a mis pies, pero al ser una chica empoderada, responsable y costosa, no puedo dejar el empleo de lado para ir gritándole a la vida lo mal que me tiene.

Espero al ascensor cuando alguien choca contra mí, no le doy importancia, saco mis audífonos, los conecto al celular e ignoro al mundo en lo que mi turno inicia. Al llegar el ascensor, entro y me coloco en la esquina como un maldito pote de creolina, siento como el ascensor se llena y lo sé porque me apretujan, empiezan a bajar poco a poco, levanto la mirada a la pizarra y veo que estoy por llegar a mi piso, llega y se abre, pero cuando estoy por salir alguien me sujeta del brazo haciéndome girar.

Lo veo

Estoy asombrada y mi rabia sube como espuma de leche hirviendo en cuestión de segundos, veo como mueve la boca sin poder escucharlo por lo audífonos, zarandeo mi brazo y sin siquiera dejar que proteste me suelto, mi mano rápidamente pasa a su mejilla en una firme cachetada y veo su cara de horror, me doy vuelta y salgo de manera rápida del ascensor.

Llego a mi consultorio viendo todo lleno de flores, con rabia empiezo hacer lo que jamás imagine, un escándalo mientras estrello todo. Los floreros caen en pedazos y el consultorio se llena de agua y flores por todos lados, arranco mis audífonos de mis orejas y los estrello junto al celular que queda hecho añicos.

Siento unos brazos a mi alrededor pidiéndome que me calme, la escucho y volteo viendo que tiene una mirada de horror.

—Creo que no podrás trabajar hoy así —dice Lucia y solo lloro de rabia—, ve a descansar, yo hablo con Jaime para que te cubra ¿sí? —Solo asiento y sin recoger nada vuelvo a salir del consultorio, limpio mis lágrimas en el camino y salgo lo más rápido que puedo del hospital para evitar escuchar los chismes del pasillo.

A fuera busco rápidamente un taxi, cuando soy tomada nuevamente del brazo —¿Me puedes explicar que te pasa? —pregunta como si yo fuera la culpable.

—Vete a la mierda

—Pues si voy, tu vienes conmigo —Veo como se agacha, abro los ojos cuando soy cargada en su hombro.

—¿Qué haces imbécil? suéltame

—Ya te dije que vienes conmigo

—Yo contigo no voy a ningún lado, eres un desgraciado que no le importa los sentimientos de los demás, suéltame.

—¿No te parece que ya hiciste un escándalo allá adentro como para que hagas otro acá afuera?

—Pregúntame si me interesa tu opinión

—Alexa cállate

—Ni tú, ni nadie me manda a callar, cretino —digo y alcanzo a darle un rodillazo, dejándolo sin aire, haciendo que se arrodille, y cuando estoy por huir de él, aprieta su agarre en mis piernas.

—Bueno, pero ¿ahora te la vas a pasar golpeándome?

—Pues si no quieres mis golpes solo aléjate de mí

—¿Qué me aleje de ti?, acaso se te olvida que eres mi prometida y vas a ser mi mujer.

—Al parecer a quien se te olvido fue a ti

—¿De qué hablas?

—Vete a la mierda Stone y déjame en paz —digo y me suelto con fuerza perdiendo el equilibrio y cayendo de culo al pavimento, él se acerca de manera rápida hasta mí y empieza revisarme como si de una niña pequeña se tratara.

—¿Estás bien pequeña?

—¿A ti que te importa?

—¿Cómo crees que no me va a importar?

—Es lo que dejas ver Andruw, desapareciste una semana sin decir nada, sin contestar llamadas, ni un puto mensaje me mandaste, ¿tu acaso eres casado?, y por eso desapareciste, porque si es así tendría lógica.

Frunzo el ceño cuando de repente comienza a reírse —creo que ya te deschavetaste por completo pequeña —dice entre risa el muy cretino.

—No te rías, ¿tienes alguna maldita idea de cómo se siente que tu pareja desaparezca sin decir algo?

—Vamos a casa y te explico lo que sucedió

—Hoy no Andruw, quizás mañana

—Pequeña por favor

—No Andruw, yo mañana te escribo o llamo para que hablemos

—Pero ¿Cómo?, si hiciste migajas el celular hace un rato

—Pues después hablamos, yo necesito espacio, pensar, estar sola

—Amor no hagas esto

—No estoy haciendo nada Andruw, solo quiero irme, por favor déjame levantar

—Yo te llevo

—No gracias, tomaré un taxi —digo poniéndome de pie y cuando quiero alejarme, él vuelve a jalarme para abrazarme.

—Te amo pequeña, no lo olvides —Sus palabras forman un nudo en mi garganta, aun así, me suelto y camino hasta la carretera donde justamente viene llegando Fabián con una carrera, me monto y sé que tiene ganas de preguntar, pero se detiene.

—Fabián me llevas a la terraza por favor

—Si señorita —Arranca y solo intento retener mis lágrimas, no me doy cuenta en qué momento llega hasta que me habla—, señorita llegamos.

—Claro —digo, saco mi billetera y cancelo, luego recuerdo lo de mi celular—, Fabián estoy sin celular, ¿podrías pasar por acá más tarde?, No me moveré de aquí, es para ver si me puedes llevar a casa.

—Claro señorita, igual yo hoy trasnocho, estaré pendiente —Con eso me bajo y entro al sitio donde sé que nadie se me va acercar, y podré gritarle a la vida lo maldita que es.

Arrebato en la Perla IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora