Giyuu Tomioka estaba contenta con su vida atendiendo la floristería de su incapacitada tía, hasta que accidentalmente es arrastrada al mar y al mundo de las sirenas, quedando ella y otro chico atrapados en una maldición que solo permitirá que uno so...
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La caída en el agua fue como un golpe.
Extendió su mano, intentando alcanzar algo. Algo que sabía que nunca podría llegar a su aliento.
Y mientras sus sentidos iban desvaneciendo, un recuerdo comenzaba a hacerse nítido en su cabeza.
Dicen que cuando estás a punto de morir, puedes ver toda tu vida frente a tus ojos.
Durante la época en la que se ambientaba el recuerdo, se encontraba estudiando la secundaria, estaban justo saliendo de una jornada escolar y la voz de Sabito la llamaba con insistencia.
—¡Yuu! ¡Oye, Yuu! ¡¿Quién crees que por fin pudo entrar al equipo de Voley?!
—Eso es genial, Sabi. ¡Sabía que podías hacerlo! estoy muy orgullosa.
En esos tiempos, Giyuu era una chica un poco más relajada, no tenía muchos amigos y tenía bien en claro que la vida no era ningún cuento de hadas. Tenía a su tía, sana, a su lado, enseñandole cosas nuevas, ella aún era joven, aunque era bastante responsable y madura para su edad.
Vaya que de verdad había cosas que no cambiaban con el paso del tiempo.
Su amiga dejó salir una risa.
—gracias. La cosa es... las prácticas son después de la escuela, así que ya no podremos caminar juntas a casa —se quejó con un puchero—: No es justo...
—está bien, aún podemos hacer la tarea juntas después de tus prácticas.
—¿lo prometes? —insistió, picando la mejilla de Giyuu.
Ella le regresó el gesto.
—lo prometo.
—¡Eso es genial! ¡Por qué estoy a punto de reprobar algebra!
—¡Sabito! —la regañó.
—¡Oigan, dúo dinámico!
Ambas viraron la cabezsa hacia la procedencia de la voz, no era ni más ni menos que el hermano mayor de Sabito.
—ah, hola Kyojuro...
—Sabito, ¿volviste a olvidar tu mochila?, dios, eres una babosa.
—¡Hey! ¡Muestra algo de respeto! —amenazó, señalandolo con el dedo—. ¡Para tú información, esta "babosa" acaba de entrar al equipo de voley!
—¿en serio?, felicidades niña. Sigue así y entrarás al equipo de la preparatoria si eres lo suficientemente buena.
—¡Por supuesto que soy suficientemente buena! —insistió, sacándole la lengua—. ¡No nos mires hacia abajo solo por que seguimos en secundaria, Kyojuro! —colocó sus manos en la cintura y alzó el mentón—. Igual, tengo práctica después de la escuela a partir de ahora, así que ya no tienes que acompañarme a casa.
