Giyuu Tomioka estaba contenta con su vida atendiendo la floristería de su incapacitada tía, hasta que accidentalmente es arrastrada al mar y al mundo de las sirenas, quedando ella y otro chico atrapados en una maldición que solo permitirá que uno so...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La noche anterior habia parecido surrealista, Todo parecía serlo hasta ahora.
Pero pese a ello, la vida seguía moviendose hacia adelante y Giyuu tenía mucho trabajo por hacer en la floristería.
Estaba organizándo sus tareas, le quitaría las espinas a las rosas y luego pediría más listones a la tienda.
—volví —anunció Kyojuro mientras entraba desde la tienda, haciendo sonar la campanita.
—hola, Kyo. ¿Cómo te fue?
—bien, agarré todo lo que pensé que podría quedarle a tu amigo, así que esto servirá por ahora. También supuse que necesitaría...
—hola.
Kyojuro se sobresaltó, Tengen había aparecido de la nada detrás suyo, incluso se le salió una barbaridad de la boca.
—no te vi... me asustaste por un segundo —carraspeó—. Quería disculparme contigo por lo que sucedió en la mañana.
—¿eso es para mí? —preguntó, señalando la bolsa que Kyojuro llevaba sobre el hombro.
—oh, sí.
Tengen extendió la mano con arrogancia.
—bien, ¿Qué esperas?, dámelo.
Al parecer se estaban llevando bastante bien, Giyuu se sentía aliviada de que Tengen se estuviera comportando de forma medianamente civilizada con Kyojuro.
—muchas gracias por esto, Kyo. Realmente lo aprecio.
—no te preocupes, solo es ropa, Yuu.
En ese momento, la muchacha se percató de que llevaba un atuendo en la otra mano, se veía algo elegante. Se inclinó un poco hacia esa prenda en específico.
—¿Para qué es esto?
—oh, es mi uniforme para mi trabajo de medio tiempo, lo fui a recoger de la tintorería de camino aquí.
—cierto, tienes una jornada matutina ahí el día de hoy.
Tengen los observaba con una mueca, Giyuu se veía tan radiante y alegre –hasta donde podía ser una chica introvertida y poco expresiva facialmente hablando– alrededor del Rengoku que dudaba severamente de que este tipo la hubiera visto alguna vez mientras ella estaba enojada.
Giyuu miró el reloj de la pared.
—Kyojuro... ¿no deberías estar ahí en diez minutos?
—¡¿En serio?! ¡Carajo! ¡Perdí el paso del tiempo! Debí haberme cambiado e ido ya... ugh, esto no es bueno... soy muy malo con los horarios.
—creo que aún puedes llegar si te apuras.
—¿te molesta si utilizo tu baño para cambiarme rápidamente, Yuu?
