| | E P . 2 0 : Sinceridad | |

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Giyuu se encontraba despidiendo a Sabito en la entrada principal de la casa, la cual estaba atrás porque la de enfrente era la de la floristería

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Giyuu se encontraba despidiendo a Sabito en la entrada principal de la casa, la cual estaba atrás porque la de enfrente era la de la floristería.

—gracias por dejar que me desahogue sobre mi ruptura contigo, Yuu. Me siento mucho mejor.

—me alegro. Cuando quieras.

—¡La vida continúa! ¡Hay muchos peces en el mar!

—creo que ya he lidiado con suficientes peces, Sabi. Pero sí, ese es el espiritú.

—te veré después —se despidió ya con un pie afuera de la casa—. ¡Te amooo!

—adiós, yo también —esa fue suficiente despedida, Giyuu cerró la puerta y regresó al interior, solo para encontrar a Tengen ingiriendo papas fritas en una posición poco ortodoxa—. Baja los pies de la mesa.

—ella no tenía el corazón roto, lo sabías, ¿verdad?

—Sabito suele tener muchas citas, así que rompe bastante seguido cada cierto tiempo. Pero no importa si tiene el corazón roto o no, escucharé todo lo que tenga que decir.

—¿Por qué no eres un poco más como ella?

—¿Qué? ¿tener citas?

—sí, ¿Por qué no?

—bueno, no soy tan agradable como Sabito. Nadie estaría interesado en mi.

—¡Ja...!, si lo pones de esa forma, quizás tengas razón. Quiero decir, ¿Quién querría salir con alguien tan aburrida como tú? ¿o no? —ella lo miró mal, con los labios fruncidos en algo parecido a un mohín—. Pero respóndeme, sardina. ¿Cómo esperas que alguien guste de ti si ni siquiera te gustas tú misma?

Giyuu no dijo nada, desvió la mirada y se dejó caer sobre una silla.

—supongo que tienes razón.

—por supuesto que la tengo. Tómame de ejemplo, me amo a mí mismo y todos los demás también.

—define "todos los demás"... oye, ¿Tengen?

—¿Qué?

—no te lo pude decir bien hace rato. Pero aprecio que hayas aceptado comprometerte... no sé lo que has pasado, pero sé que es muy complicado confiar en alguien a quien acabas de conocer —una muy leve sonrisa se curvó en sus labios—. Así que... gracias.

Él la observó conu na papa en la boca y tosió, sin dar una respuesta.

Que hablara por ella misma. Giyuu era la única que estaba siendo engañada...

—mientras tanto, podemos agregar información a este diario ahora —insinuó, sosteniendo un cuadernito verde.

—¿no te preoupa que alguien lo lea?

El Lamento De La Sirena | | K N Y | | A U | |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora