Giyuu Tomioka estaba contenta con su vida atendiendo la floristería de su incapacitada tía, hasta que accidentalmente es arrastrada al mar y al mundo de las sirenas, quedando ella y otro chico atrapados en una maldición que solo permitirá que uno so...
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—buenas tardes —saludó Kyojuro a una pareja que acababa de bajar de uno de los barcos, con su elegante uniforme y una sonrisa—. ¿Disfrutaron su viaje? Permítanme llevar su equipaje.
Era un trabajo bien pagado y bastante agradable.
—mejor lléveme a mi —insinuó la mujer.
Claro que nunca le dijeron que tendría que lidiar con ese tipo de comentarios por parte de algunas mujeres.
—eh... lo siento, solo soy responsable de su equipaje, señorita.
—¡oh dios mío! ¡si fuera quince años más joven estaría como loca por ese chico lindo!
—¿hola? ¿me recuerdas? soy tu esposo.
Kyojuro miró el horizonte océanico, ignorando los comentarios. Había barcos en altamar y recordó cuando le contó a Giyuu su más profundo deseo de ir a navegar y explorar lo que había más allá de su costa.
Claro que también recordó lo que sucedió esa misma tarde cuando llegó a casa...
Había sido sencillamente horrible.
Sería mejor concentrarse en su trabajo.
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Cuando Giyuu finalmente fue capaz de abrir los ojos, sintió la mano de Tengen sobre su rostro y lo vio considerablemente cerca de ella, sosteniendola.
—oh, despertaste.
Y con eso dicho, la soltó de golpe, haciéndola caer de lleno al piso.
—¿Qué... qué acaba de pasar?
—bueno, primeramente te desmayaste y tiraste ese vaso. Entonces estuviste diciendo: "Kyo~" en voz alta mientras-
—¡Eso no! —chilló, sonrojada—. ¿Pusiste algo en mi cara? tu mano estaba ahí.
—oh, ¿eso? solo te eche agua en la frente. Parece que la abstinencia de agua finalmente te atacó.
—¿Abstinencia... de agua?
—sip, es un efecto secundario que sufren las sirenas que se quedan mucho tiempo en la costa. Estamos hechos para estar en el océano así que tiene sentido... aunque parece que el agua falsa es un buen substituto para alivianar los sintomas.
