Giyuu Tomioka estaba contenta con su vida atendiendo la floristería de su incapacitada tía, hasta que accidentalmente es arrastrada al mar y al mundo de las sirenas, quedando ella y otro chico atrapados en una maldición que solo permitirá que uno so...
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Cuando Giyuu despertó a la mañana siguiente, los sucesos recientes fácilmente pudieron quedar como un sueño bizarro.
Pero inmediatamente después de abrir los ojos encontró un trozo de madera sobre su mesa de noche, y tenía una nota pequeña.
De mala gana, se levantó y tomos la nota.
Cuatro palabras sencillas que descartaban la posibilidad de regresar a su rutina normal.
"Todo sucedió de verdad".
Se pasó una mano por el cabello mientras exhalaba.
Estaba dispuesta a ponerse a pensar en algún tipo de solución a todo el tema de la maldición, cuando de pronto escuchó un estruendo terrible en la tienda.
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Kyojuro se sentía terriblemente mal por haber dejado a Giyuu plantada de esa forma tan descarada, en especial teniendo en cuenta que tenían casi un año sin salir juntos. Sin mencionar el hecho de que ella había sido tan linda como para dejarlo irse con Shinobu sin siquiera poner resistencia o reclamarle, por lo que había decidido ir aquella mañana a la floristería para sorprenderla.
Claro que no pensó que encontraría a un muchacho de cabello platinado, tez pálida, considerablemente más alto que él, sin camisa por algún motivo y solo en sus... un momento, esos shorts deportivos eran suyos. Además, estaba escudriñando la cámara de Giyuu como si nunca hubiera visto una antes.
—interesante... —lo escuchó murmurar mientras entrecerraba los ojos.
¿Quién diablos era ese?, ¿un ladrón, quizás?, a decir verdad lo dudaba, no estaba seguro de que los ladrones de hoy en día cometieran crímenes sin camisa.
Sus ojos se posaron en una prenda que se encontraba tirada en el suelo.
Kyojuro ya se estaba imaginando el peor escenario posible. Así que, con todo el sigilo posible, dejó la bolsa de compras que cargaba en el piso.
El intruso se giró inmediatamente.
Con un movimiento rápido, Kyojuro arremetió en su contra, tacleandolo y cayendo con él al piso. El extraño pataleo, pero él pudo esquivar sus movimientos y sujetó sus piernas en el aire para evitar más ataques.
