Giyuu Tomioka estaba contenta con su vida atendiendo la floristería de su incapacitada tía, hasta que accidentalmente es arrastrada al mar y al mundo de las sirenas, quedando ella y otro chico atrapados en una maldición que solo permitirá que uno so...
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Si un corazón brilla, significa que se encuentra roto.
Por lo menos si brilla en azul.
Así que, si vio un destello azulado en el pecho de ese chico justo ahora.
Su especulación era correcta: Giyuu y Kyojuro se correspondían.
Pero por algún motivo, Kyojuro suprimía sus sentimientos... quizás por eso solo había brillado un segundo.
¿O estaba relacionado con el brillante corazón amarillo de ella?
Kyojuro carraspeó.
—si estás pensando en volver a agarrar mi ropa, apreciaría que no lo hicieras.
Tengen debía disimular, así que sonrió y recargó su brazo en el hombro del contrario.
—¿Por qué no?, quiero decir, nuestra sardinita esta dándote un muy buen show ahí, ¿no crees? —Kyojuro enrojeció bruscamente—. ¿Por qué tanta modestia?
—Tengen, ¿de qué estás hablando? —regañó ella, roja completamente. Luego suspiró con pesadez y agitó la mano para restar importancia al asunto—. Kyo, por favor ignóralo. Creo que andar tanto tiempo bajo el sol le ha freído el cerebro.
—oye, te estoy dando un cumplido. Me refiero a que te ves bien —se giró hacia el otro chico—. Se ve bien, ¿cierto?
Kyojuro la escudriñó de pies a cabeza y luego desvió la mirada, avergonzado.
—bueno... sí... pero para ser justos, Giyuu se ve bien en muchas cosas.
Giyuu comenzó a avanzar hacia las escaleras.
—de acuerdo, no les creo a ninguno de los dos. Iré arriba a darme una ducha.
—¿Quieres compañía?
—¡NO! —remató, luego se giró a su amigo—. Kyojuro, ¿te vas a quedar un rato?
—sí, aquí estaré.
—¿te puedo pedir un favor?, ¿te podrías asegurar de que Tengen no destruya la tienda?
Kyojuro dejó salir una risita.
—seguro.
—decirlo solo me tienta más a hacerlo, ¿sabes?
Se hizo un breve silencio entre los dos muchachos en lo que observaban a la joven mujer subir las escaleras, una vez la perdieron de vista y escucharon sus pasos lejanos, Kyojuro se giró hacia Tengen.
—eh... hay más toallas arriba, por si quieres secarte más en lo que esperamos a Yuu.
Tengen no lo escuchó y se sentó sobre el mostrador.
