Giyuu Tomioka estaba contenta con su vida atendiendo la floristería de su incapacitada tía, hasta que accidentalmente es arrastrada al mar y al mundo de las sirenas, quedando ella y otro chico atrapados en una maldición que solo permitirá que uno so...
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—hola Senjuro, lo siento, ¿te desperté?
—nope... —respondió tallando sus ojitos con el dorso de su mano.
Kyojuro dejó el armario y se colocó en cuclillas frente a su hermano menor.
—okey, escucha amiguito. Estaré aquí solo unos minutos, así que hazle un favor a tu hermano mayor y no le digas a mamá que vine a casa sin llamar antes, ¿de acuerdo?
—está bien, ¿Qué estás haciendo? —preguntó, sentandose en la cama de la habitación.
—le estoy haciendo un favor a Giyuu.
Inmediatamente, los ojitos del pequeño se ilumunaron y sus mejillas regordetas se pusieron rosas.
—¡¿Giyuu?! —chilló con ilusión—. ¡Me voy a casar con Giyuu! —decretó.
—Senjuro, ella cambiabaz tus pañales cuando eras un bebé. ¿No crees que eres demasiado joven para ella?
El más pequeño se cruzó de brazos y giró la cabeza hacia otro lado, indignado.
—¡Quizás tú eres demasiado viejo, Kyojuro!
—Okey, okey, tienes razón. Pero cuatro años de diferencia está mas cerca que catorce, solo digo.
—¿Kyojuro? ¿Eres tú? —dijo una voz femenina desde la puerta.
Sabito había asomado la cabeza, despeinada y con los ojos entrecerrados.
Se metió en la habitación y se dejó caer sobre la cama, encima de toda la ropa que Kyojuro había puesto sobre esta.
—ughhhhhh, está es la peor resaca de mi vida hasta ahora...
Se enderezó para ver a su hermano, quien aprovechó para tomazr la ropa que ella estaba aplastando.
—¿Giyuu te mencionó algo sobre un tipo llamado Tengen?
Sabito recargó el codo en la cama y su mentón en la palma. Se quitó el cabello de la cara con un resoplido.
—nope. El tipo no me suena, ¿por?
—oh... aparentemente es el hijo de un amigo de su familia y está quedándose en su casa ahora.
—¿de veras? hmmmm. ¿Qué te pasa en la cara? —preguntó en clara referencia a la expresión de cansacio mezclada con preocupación que su hermano mayor tenía pintada en el rostro—. ¿Te preocupa Giyuu, otra vez?
—ella se veía un poquito consternada, pero dijo que estaba bien. Giyuu es una de las personas más inteligentes y sensibles que conozco, así que voy a confiar en su palabra.
