IV

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A la mañana siguiente Chanyeol se levantó por el cantar del gallo de su patio; suspira y ve a un lado dándose cuenta de que el sol quemaba su ojo. Había llorado toda la noche.

No había llorado por Baekhyun exactamente sino debido a que finalmente había tocado fondo, su mente le dijo una y otra vez que jamás podría tener una familia, que estaría solo para siempre y que nunca podría ser un padre.

Sacude levemente su cabeza mientras se sienta y bosteza; masajea sus piernas para mitigar el dolor y luego de un momento se levantó para después ir hacia el cuarto de baño donde se aseo.

—Cariño, el desayuno está listo, —su madre dice a través de la puerta.

—Bajo en un momento, —contesta mientras se seca y comienza a vestirse.

Cuando ya tiene su ropa puesta, se gira para ver los árboles por la ventana; ya lo había aceptado, era una realidad que no quería ver, pero finalmente supo que no podía cegarse más. Siempre estaría solo y tendría que vivir con ello de la mejor manera posible.

Sonríe un poco y luego baja por la escalera, su mamá siempre le preparaba el desayuno luego de que su padre se fuera a trabajar, ella no podía detener la lengua de su marido así que prefería no tenerlos juntos en la misma mesa.

La pequeña caja con la gargantilla se quedó refundida en uno de los cajones de Chanyeol, la guardaba como un recuerdo de que ya no tenía que tener esperanzas así que prefería poder ver la realidad.

Se sentó en la mesa con un humeante desayuno de carnes, pan, mermelada y café caliente. Debido a su naturaleza animal no podían dejar de comer carne en cada una de sus comidas.

—¿Cómo la pasaste ayer? —pregunta su madre mientras esparce mermelada de naranja en su pan, —te veías bastante contento como para salir a dar un paseo solo, —lo mira de reojo.

—Uhm... —lentamente lame su labio superior y suspira, —el festival se veía bien, aunque me aburrí rápido, por eso volví enseguida, —la mira para luego sonreír.

Ella se quedó en silencio pensando en que su hijo había actuado raro ya que él no solía salir de casa a menos que sea para trabajar o por obligación, debido al dolor en sus extremidades inferiores.

Después de un buen rato ambos terminaron de comer así que Chanyeol beso la mejilla de su madre para salir de la casa e ir a la herrería; odiaba las miradas de lástima o burla que algunas personas le solían dedicar cada vez que lo veían, pero prefería ignorarlos.

En cuanto llegó, suspiró; el dolor en sus huesos había aumentado con el paso de los años y no sabía si llegaría a viejo. Pensaba en que algún día sería el día en que ya no podría trabajar y muy probablemente su madre no estaría ahí por lo que nadie podría ayudarlo.

—Ey, Park, —se escucha una voz varonil.

Chanyeol levanta la cabeza, se topa con uno de los rostros conocidos de la aldea; al parecer el hijo del líder vino en persona a ver su nueva espada.

—Ya la traigo, —suspira mientras se levanta apoyándose de la mesa.

—Bien, ¿Oye, es cierto que andas con Byun? —pregunta mientras se apoya contra la pared.

Chanyeol se quedó en silencio y simplemente guardo la espada en su funda. No quería hablar sobre Baekhyun en realidad ya que después de oírle decir aquellas palabras, cualquier gusto que pudo haber tenido por el omega desapareció por completo y no iba a volver a acercarse a él.

—No, no somos nada, —fue lo único que dijo mientras cojeaba hasta llegar a Kris.

—Mejor, mereceres a alguien que no sea él, —levanta sus cejas mientras niega con su cabeza, —no ha parado de darme problemas.

Agonía De Un AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora