Capítulo 33: Subyugación

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N/A: Es necesario aclarar que cada una de las peleas esta sucediendo al mismo tiempo en cada uno de los sitios.

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Maito Gai se desplazó hacía un lado con una velocidad sobrehumana, apartándose del muro de metal antes de que su contrincante lo alcanzara. El metal cedió en el lugar donde el puño de aquel hombre se estrelló, haciendo un gran agujero en la estructura.

La bestia verde de Konoha se impulsó contra uno de los barandales de segundo piso que había, acercándose al hombre, desatando una lucha de golpes y patadas, que eran detenido por el otro y buscando acertar a su contrincante. Los puños chocando entre sí, las patadas haciendo retumbar el cuerpo contrario. Gai logró acertar un golpe estridente en la mejilla del responsable de todo esto, lanzándolo a volar, hasta que se estrelló en la pared de metal del fondo, hasta atravesarla.

Respiró agitadamente, con las cejas fruncidas. Sentía la ira dominar todo su organismo, al pensar en lo que aquel hombre había hecho, lo lejos que había llegado por poder. Había lastimado a cada uno de sus pupilos, que más que sus alumnos, eran su familia.

Y a Tenten, ella era la que más había sufrido en todo esto. Siendo atrapada, torturada protegiendo información sobre él y al negarse tomaron control sobre ella. Presionó las manos hasta convertirlas en puños. Ella, la flor de primavera del equipo... sus dientes se apretaron hasta que sonaron. Sentía la adrenalina correr por todo su cuerpo, la energía brotar de todos lados. Las imágenes de los años anteriores vinieron a su cabeza, la mirada vacía de Neji, la frustración de Lee. La culpa cayó sobre sus hombros aunque sabía que no ninguno de ellos lo era, lo habían estado buscando a él.

Sorpresivamente una explosión vino desde donde había salido el enemigo, Gai sintió la magnitud del avance demasiado tarde. Una ventisca impetuosa. No solo una, sino una detrás de otra, lanzándolo por todos lados, como si fuera una pelota de ping-pong. Hasta que el enemigo lo estrelló en el suelo con una fuerza aplastante, hundiendo su rostro y haciendo que todo el sitio se estremeciera descomunalmente. Ese lugar no iba a resistir a contener aquella pelea por mucho tiempo.

―Vaya, ¿acaso eso es todo lo que la bestia de Konoha puede ofrecer? ―Soltó una risa estridente dejando ver una sonrisa retorcida con los ojos negros destellantes, extasiado de la imagen que veía.

Maito Gai en el suelo, sin moverse o recuperarse, aquel hombre que era el más fuerte en taijutsu.

Aquel hombre con barba oscura y el cabello negro y largo, la ropa que antes tenía se había despedazado, dejando ver su cuerpo formado con las venas saltadas, con una tonalidad rojiza por la apertura de sus propias puertas, se acercó hasta quedar a una distancia considerable del hombre en el suelo, que parecía inconsciente. Soltó una ligera risa, observó sus manos que sentía como transcurría un inmenso poder en todo su cuerpo, satisfecho que todo haya valido la pena, tanto tiempo e investigaciones y ahora nadie podría detenerlo. Lo había conseguido, finalmente. Ser un hombre extremadamente poderoso que nadie podría parar.

Maito sentía sus ojos pesados y el cuerpo adolorido resultante de aquel ataque y la presión que la apertura de las puertas traía en su cuerpo. Mientras su mente iba y venía en la inconsciencia, un recuerdo vino a su mente.

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"Años atrás, cuando había recibido una paliza de unos ninjas por defender a su padre, cuando estaba por entrar a la academia. Había terminado en el hospital, donde Dai, había estado en todo momento. En ese entonces se había sentido tan frustrado, que jamás iba a lograr nada, por no poder hacer ningún tipo de genjutsu o ninjutsu. Que era un perdedor y que debía dejar de ser tan optimista cuando era evidente que aunque el desee muchas cosas, la realidad era otra.

Gazes to the soul [Nejiten]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora