Capítulo 34: Cúspide

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Sugerencia : Escuchar la canción del enlace desde donde esta la palabra en negritas por cuestión de ambientación.

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El complejo de metal se sacudió con gran violencia una y otra vez, los ninjas corrieron por los pasillos con un gesto contraído.

―Demonios, tenemos que salir de aquí antes de que esto se destruya.

Un hombre rubio con ojos rojos esquivó el techo que cayó enfrente suyo y saltando para pasar sobre un fragmento grande de tierra en el pasillo ¿Cómo demonios había llegado eso ahí? Todo esto estaba hecho de metal.

No se suponía que nada de eso debía suceder, sabían que los ninjas de Konoha venían y estaban preparados para eso. Pero todo esto había sido un revés que no habían anticipado. ¿Acaso Ushio se había confiado? Ese hombre despiadado no solía equivocarse, tal vez ni el mismo estaba consciente de las habilidades de esos ninjas. Junto a él había un par de sus compañeros. Los que eran mandados a aldeas pequeñas para traer carne fresca.

Habían logrado sobrevivir de los experimentos de Ushio y permanecido con él por miedo, más que por devoción. Por eso mismo al tener la oportunidad de huir, lo harían sin dudar.

Otro de sus compañeros salió de un pasillo lateral y se detuvo al verlos un poco y corrió a lado del ninja que encabezaba la formación.

― ¿Kinzoku? ¿Yoru? ¿Zuri? ―Venía de la dirección de donde estaban desarrollándose las peleas con esos ninjas.

El recién llegado negó con la cabeza y el líder de la formación hizo un sonido frustrado con la boca. El poder de aquellos ninjas eran tales que había derrotado a los más fuertes del complejo. Corrió más deprisa hasta que alcanzaron la salida justo en el momento que la entrada se derrumbó.

¿Con quién se supone que se había metido el viejo Ushio para terminar siendo masacrados?

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Su pierna llena de fibras musculares grotescas impactó en su rostro con una fuerza arrolladora, haciendo que saliera disparado hacia una de las paredes que aún seguían intactas. La pared cedió ante aquel impacto ocasionando un temblor colosal en toda la estructura de metal y terminando por ceder esa pared.

Ushio se acercó un par de pasos encontrando a la bestia de Konoha en el suelo boca abajo y soltó una risa maniática. Con su pie movió el rostro de Gai viendo como tenía los ojos en blanco y un gesto de impresión. Ese enfrentamiento se había terminado con su victoria.

Dio media vuelta, tomando el pergamino que había soltado en la pelea, tenía que mantenerlo seguro. Sabía que Gai no había ido solo, por lo que sus alumnos ahora estarían en el suelo de la misma forma patética que su maestro. Tal vez podría usarlos como objetos de pruebas para sus siguientes proyectos, entendía que había un Hyūga entre ellos. Podría obtener el secreto del Byakugan una vez que le sacara los ojos.

Un sonido lo alertó el tiempo suficiente para girar sobre sí mismo y recibir un golpe certero en su estómago colosal que se hundió entre sus fibras musculares, que no pudieron detener todo el daño infringido. Salió disparado hacia atrás, logrando frenar antes de alejarse lo suficiente.

―Vaya, vaya ¿sigues vivo?

Observó la imagen imponente de la bestia de Konoha de pie, a un par de metros con un aura rojo saliendo de su cuerpo, como chakra rojo, su piel más carmesí y las venas saltándose más prominentes. Ushio sonrió al entender lo que estaba contemplado, la octava puerta, la puerta de la muerte, había sido abierta. Dejando en claro que estaba apostando el resto de su vida para poder vencerlo. Aquella idea lo emocionó, por lo que él mismo abrió la puerta de la muerte.

Gazes to the soul [Nejiten]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora