Petirrojo

Parte 1

Siempre había vivido en Middleton, este pueblo antiguo rodeado de bosques, donde la comunidad es pequeña y todas las personas se conocen entre sí, donde no pasa nada emocionante, las personas vienen aquí para tener una vida relajada y tranquila, es un pueblo donde la gente aún cree en leyendas muy antiguas de Arpías y hombres lobos pero nunca en monstruos reales, porque este pueblo nunca había conocido uno, hasta ese año En que se coló un monstruo de la vida real al pueblo y nadie estaba preparado para ello, este enigmático y bastante peculiar forastero pronto sería conocido como el petirrojo, el monstruo de Middleton, un monstruo del que yo me enamoré.

Mis abuelos amaban los libros tanto que tenían una enorme biblioteca en casa, solían decir que esa era la verdadera fortuna de la familia, la caja fuerte. y aunque lo decían en sentido figurativo por el valor que le atribuían a los libros podría ser cierto, puesto que eran libros muy antiguos, colecciones muy raras, algunas primeras ediciones e inclusive con algunos firmados por los escritores, la mayoría llevaban años muertos, en esa biblioteca leí mi primer libro, y desde entonces no pude parar, luego papá heredó el tesoro ampliando la colección de libros aún más, y para cuando él salió de l universidad ya había llevado su amor por los libros hasta todos los habitantes de Middleton, habia montado su propia librería donde vendía la magia de la lectura a quien quisiera encontrarla.

Llevaba esta vida tranquila y despreocupada lejos del bullicio de la ciudad, iba al instituto y en mis momentos libres ayudaba a papá en la librería, esa mañana llegue antes que mi padre muy temprano a la tienda, porque pretendía acomodar la decoración nueva que había pedido por internet, yo era quien me ocupaba de la decoración, una tarea que me había tomado la libertad de monopolizar, y siempre la decoración se inclinaba hacia un tema, esta vez sería en honor al terror cósmico de Lovecraft.

Me sorprendió sobremanera oír la campana de la puerta, anunciando que un cliente había entrado, ¿tan temprano? No era común.

Me giré para enfrentar con una sonrisa al extraño, y mi corazón volcó al verlo.

Porque ese chico no era ningún extraño para mi, lo había visto antes. Pero deseaba estar equivocada o preferiblemente loca.

Lo reconocí casi de inmediato, porque su rostro había aparecido en todos los noticieros, era un asesino, su nombre era Ariel L. Preston. Había visto su foto en las noticias, estaba en la lista de los más buscados, en su momento llegué a obsesionarme con él, jamás se lo conté a nadie pero había algo en este asesino que me atraía, y no podía apartar la mirada de su caso, la única foto que tenían de él había sido sacada de una de la cámara de seguridad de un banco donde cometió robo a mano armada, el único robo en su expediente, este había sido su comienzo en el mundo del crimen, cuando dieron con él y fueron a su casa él ya se había fugado, aun así tomaron muestras de su ADN y al meterlo en la base de datos fueron descubierto toda una cadena de asesinatos atroces sin resolver qué lo vinculaban directamente a él, sus victimas todos hombres, jamas usaba armas de fuego, su especialidad eran los cuchillos.

Había leido tanto de él, sobre su personalidad y su perfil psicologico: era astuto, escurridizo y silencioso como una sombra, y muy muy carismático, su sonrisa era peligrosa. concluian que este chico estaba lleno de ira, su único motivo: Venganza. Estaba lleno de odio, odio puro, del que desgarra, del que quema y destruye y él trataba de sacarlo afuera con cada horrible crimen.

Su modus operandi era siempre el mismo, apuñaladas, cientos. Parecía un crimen muy personal aunque sus victimas eran al azar por lo que los expertos concluían que Ariel J. Preston mataba en su mente siempre a la misma persona, una y otra vez, y al final siempre dejaba su firma personal: dibujaba con la sangre de sus víctimas un Petirrojo. Ya sea en la pared o en la espalda de la victima. Había visto muchas imágenes de su forma, un dibujo lineal de un petirrojo, con una mancha roja en el pecho del ave.